“Chimú”, yagé y el permiso para entrar en la selva a buscar a los niños perdidos

“Chimú”, yagé y el permiso para entrar en la selva a buscar a los niños perdidos

Los niños fueron trasladados desde el San José del Guaviare a Bogotá. FOTO: Néstor Gómez. EL TIEMPO

 

La búsqueda de los cuatro niños de 13, 9, 4 y un año que duraron 39 días perdidos en la selva del Caquetá contó con la participación de integrantes de comunidades indígenas que trabajaron de manera conjunta con las Fuerzas Militares para lograr lo que ya se considera un milagro: encontrarlos con vida.

Por eltiempo.com





EL TIEMPO habló con Luis Acosta, coordinador nacional de la Guardia Indígena, quien hizo parte del grupo de búsqueda durante por lo menos 25 días, y quien explicó las prácticas ancestrales que se realizaron como pedir permiso a la selva.

“Los encontró un indígena guardián que tomó yagé”, contó.

¿Cómo fue su rol en esta búsqueda?

La coordinación logística y táctica, junto con el Ejército, y la guía espiritual.

¿Cómo fue esa guía espiritual?

Los encontró un indígena guardián que tomó yagé, en apoyo con la tecnología del Ejército. La selva, hay que entender, es muy espiritual, sobre todo esa selva virgen que nadie ha pisado y allá hay unos poderes espirituales muy fuertes. Se compartió el chimú, una medicina ancestral de esta zona, que la usaban también los soldados, para poder caminar en la selva y de aguantar. No es suficiente la comida física, también se necesita de alimento espiritual.

Los soldados nos aportaron sabiduría técnica, los GPS y los teléfonos satelitales y todo eso, y nosotros aportamos sabiduría ancestral frente a como andar en la selva, como pedirle permiso, como honrar la selva y así se hizo todos estos días para no enfermarnos, para no perdernos porque es muy fácil perderse en esa selva.

¿Cómo funciona el chimú?

El chimú (o chimó) es usada cuando, por ejemplo, uno sale a territorio para que no me moleste la boa, para que no me pique la serpiente, para que la selva me reciba bien. En esa ceremonia se usa cuando uno va a entrar a la selva, es hecho de plantas medicinales.

Lo que se usó para pedirle a la selva que los dejen entrar….

Sí, es todo eso. Chimú, yagé, mambe, ambil que es casi el mismo chimú pero así le llaman los amazónicos, una combinación de medicinas ancestrales de varios pueblos.

¿Por qué se le pide permiso a la selva para entrar?
?

Es como cuando yo llego a tu casa, lo mismo, tengo que pedir permiso porque no es casa mía, lo mismo, la selva es una mansión de muchos saberes, de mucha espiritualidad, tengo que pedir permiso porque hay unos dueños espirituales.

¿Cómo fue el tema de la toma de yagé del guardián?

Como era por cuadrantes (la búsqueda), ellos se fueron por uno y los encontraron. El que toma yagé ve mucho más allá de lo que vemos. Se vuelve un médico, una pantera, un tigre, un puma. Ve más allá porque es una medicina integral. Él tuvo la capacidad de mirar.

¿Por qué cree que sobrevivieron tanto tiempo en condiciones tan adversas?

Porque estos niños son criados en la selva y educados en la medicina ancestral, por eso duraron. Y porque desde acá se hizo ritual para que les llegara a ellos. Eso ayudó a que esa niña en sus 13 años tuviera la capacidad espiritual y física para resistir y ayudar a sus hermanitos. Eso un niño de Bogotá no hubiera aguantado. Ellos conocían la selva.

¿Cómo era un día de búsqueda?

Había un mapa ya identificado del área de caída de la avioneta y, según las rutas de los indicios que dejaron (los niños), hicimos un cuadrante por bloques e íbamos buscando por bloques en coordinación técnica. Las mañanas comenzaban con desayuno y espacio espiritual, como preparándonos para entrar con la coordinación de la guardia, la guardia de los mayores, y la guardia indígena y el ejército nos íbamos moviendo. Íbamos mapeando el terreno.

¿Cómo es esa selva?

Es muy caliente, llueve todo el tiempo, tratábamos de irnos en filas y siguiendo pistas o caminos para poder conocer la ruta de regreso. Y eran por bloques de 10, de 15, de 20 metros. Hacíamos marca.

Si veían hacia arriba, ¿se veía el sol?

Sí, se alcanza a medio ver. Son árboles que uno nunca ha visto en la vida. De selva, selva, altísimos y muchos. Usted mira al frente a la derecha, atrás, es igual. Acá no había punto de referencia. Había culebras, serpientes. En las noches había un puma alrededor de los sitios donde pernoctábamos.

¿Cómo fue el trabajo con los perros?

Le quiero resaltar la fuerza de Wilson. Es un perro que se soltó del Ejercito y logró estar con los niños y darles fuerzas y ayudarlos a guiara través de sus huellas donde podían estar. Yo creo sí lo vamos a encontrar, que Wilson nos va a encontrar. Es muy astuto.

¿Y con las Fuerzas Militares?

Un alianza muy bonita. Compartíamos nuestra comida, en noches de fogata, con la fuerza pública. Nosotros llevamos un personal de medicina tradicional y occidental y compartimos con los soldados que algunos se hirieron. En la selva como teníamos algo de tiempo en las noches, hablábamos y nosotros les contábamos lo que hacemos en la Guardia Indígena.