El paciente M: el hombre que empezó a ver el mundo al revés tras un tiro en la cabeza en la Guerra Civil española

El paciente M: el hombre que empezó a ver el mundo al revés tras un tiro en la cabeza en la Guerra Civil española

El médico Justo Gonzalo, en un congreso de neuropsiquiatría en Madrid, en 1954.
COLECCIÓN FAMILIAR

 

Un hombre de 25 años quedó tendido en el suelo un día primaveral de 1938. Un proyectil le acababa de atravesar la cabeza, en el frente valenciano de la Guerra Civil española. Cuando recuperó la consciencia dos semanas después, aquel soldado republicano había sufrido un cambio asombroso: en determinadas condiciones veía el mundo al revés. El médico Justo Gonzalo, de 28 años, atendió el caso en un hospital militar cercano. El proyectil, muy probablemente un disparo del bando franquista, había destruido parcialmente las circunvoluciones de su corteza cerebral en la región parietooccipital izquierda. El herido, sin embargo, sobrevivió milagrosamente, sin necesidad de operaciones ni cuidados especiales. Gonzalo, nacido en Barcelona en 1910, se dio cuenta enseguida de que aquel caso insólito —al que bautizó paciente M— podía iluminar el funcionamiento del cerebro humano.

Por: El País





El médico y M sobrevivieron a la guerra y se siguieron viendo durante casi medio siglo, hasta la muerte de Justo Gonzalo en 1986. Una hija del investigador, Isabel, ha desempolvado ahora los archivos de su padre —cajas con cientos de documentos y fotografías— para redescubrir aquel caso junto al neuropsicólogo Alberto García Molina. En un tiempo en el que la comunidad científica se dividía entre los que veían el cerebro como un todo y los que dibujaban fronteras rígidas entre las regiones cerebrales, Gonzalo postuló una hipótesis intermedia con el paciente M como piedra angular: la teoría de la dinámica cerebral, según la cual el órgano tiene sus funciones distribuidas en gradientes, con transiciones graduales.

La física Isabel Gonzalo, profesora emérita de la Universidad Complutense de Madrid, llegó a conocer al paciente M, en alguna de las visitas del mutilado de guerra a la casa de sus padres. Era un hombre nacido en un pueblo de Ciudad Real que, cuando estaba en reposo y sin grandes estímulos, se enfrentaba a un espeluznante mundo al revés, en el que además los objetos aparecían por triplicado, teñidos de verde y con los colores desprendidos. Y no solo su percepción visual estaba invertida, también la auditiva y la táctil, con los sonidos y las caricias apareciendo en su mente por el lado contrario al real. “M miraba el reloj de bolsillo en cualquier dirección para saber la hora”, recuerda Isabel. Los detalles del caso se publican en la Revista de Neurología.

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