Pável Filátiev, el soldado ruso que huyó del régimen de Putin y escribe lo que el Kremlin no quiere que se sepa

Pável Filátiev, el soldado ruso que huyó del régimen de Putin y escribe lo que el Kremlin no quiere que se sepa

Pavel Filatiev, soldado ruso exiliado en París. ALBERTO ROJAS

 

 

 





Cuando Pável Filátiev, soldado de las fuerzas de asalto del Ejército ruso, entró en la línea de frente en Ucrania no sabía si peleaba en una escaramuza o en la Tercera Guerra Mundial. Un año después, refugiado en París, cuenta su historia en el libro “Zov”, recién publicado.

Subtitulado “El soldado ruso que ha dicho no a la guerra de Ucrania”, esta historia autobiográfica se ha convertido en la primera y hasta ahora única crónica directa de este tipo sobre la invasión de Ucrania, escrita desde la disidencia del bando ruso.

Narra un 2022 en el que Filátiev pasó dos meses invadiendo Ucrania sin saber realmente si combatía contra la OTAN, contra Ucrania, contra mercenarios o contra nazis. También su vuelta a Rusia, con licencia médica, para encontrarse con una sociedad a la que la propaganda había contado una historia completamente diferente a lo que él había vivido.

Acabó huyendo de su país y refugiándose en París, donde ahora espera, sin trabajo y sin casa, la respuesta de Francia a su solicitud de asilo político. Mientras, eso sí, lo que vivió decidió ponerlo por escrito en “Zov”.

“Durante los meses de diciembre y enero y la primera mitad de febrero de 2022, aquel chantaje que intentó (Vladímir) Putin contra los países europeos y Estados Unidos me sonaba como ‘ruido de sables'”, rememora Filátiev en una entrevista con EFE por Zoom, para no desvelar su ubicación exacta y acabar como otros famosos enemigos del Kremlin, envenenado con polonio o muerto en extrañas circunstancias.

“Pensaba que un poco acabaría en eso, que sería una demostración de fuerza: la capacidad de un Ejército de 200.000 efectivos de concentrarse en la frontera con Ucrania y de esa forma presionar sobre los políticos ucranianos y occidente (…) Ni en mis peores sueños había imaginado que se trataba de invadir Ucrania”, agrega, ayudado por Andrei Kozinets, traductor de “Zov” al español.

Él mismo era uno de aquellos 200.000 efectivos que, de cara al mundo y a la propia sociedad rusa, el Kremlin presentaba como una gran máquina militar. De puertas adentro, además de estar completamente desinformados sobre su verdadera misión, la precariedad y la escasez incluso de botiquines y de raciones secas para alimentarse eran la realidad de los uniformados rusos.

“Ya en tiempos de paz, antes de que empezara la guerra, el Ejército ruso estaba totalmente comido por la corrupción, se robaba todo, todo lo que se podía robar se robaba y se revendía”, sostiene.

“Lo curioso -prosigue- es cómo el aparato propagandístico ruso había, eso sí que lo habían sabido hacer, convencido al mundo, a su propia población, de que se trataba de uno de los ejércitos mayores y mejor preparados del mundo. En eso sí que son unos artistas”.

UNA DISONANCIA COGNITIVA

Ya en guerra, Filátiev -nacido en 1988 en Volgodonsk- nunca pudo llegar a ver a los ucranianos como sus enemigos, a pesar de ser un soldado profesional que se había alistado siguiendo los pasos de su padre, que lo dejó para estudiar historia mientras entrenaba caballos y volvió a filas durante la pandemia de covid.

En su libro, de hecho, describe la imposibilidad de sentir hostilidad cuando se acerca al primer prisionero ucraniano. Por las similitudes fisionómicas, su forma de vestir y las costumbres de dos naciones tan cercanas, para él era como “ver a sus propios compatriotas rusos civiles, huyendo de sus casas, huyendo de la guerra”.

Herido en un ojo, Filátiev regresó a Rusia al cabo de dos meses. Allí se encuentra con una sociedad completamente ignorante de la realidad de la invasión.

“Tengo como una especie de disonancia cognitiva. No entiendo qué es lo que están contando en la tele, por qué están hablando de una operación especial, de desnazificación, de desmilitarización de Ucrania, que eso va a ser un paseíto, que es una guerra contra el régimen nazi ucraniano…”, detalla.

“No tenía absolutamente nada que ver con lo que había visto en el frente en la guerra. Y evidentemente las técnicas de manipulación de soldados y de la población civil son diferentes. A los soldados hay que motivarlos y a la población civil hay que tranquilizarla”, añade.

Sobre el devenir del conflicto, Filátiev cree que hacer pronósticos es como leer en los “posos del café”, pero descarta que Putin se vaya a sentar voluntariamente a dialogar, a la vista de que el mandatario ruso empezó la guerra para evitar que su popularidad “cayera en picado”.

Sí que piensa que los dos ejércitos han llegado a un estado de “paridad” en el que será muy difícil lograr avances significativos a menos que entren en juego factores externos, que Putin pase “al otro mundo” o que Rusia decida usar armamento nuclear.

EFE