La vida en la guerra, el caso de una ucraniana a quien todo le ha cambiado

La vida en la guerra, el caso de una ucraniana a quien todo le ha cambiado

 

Imagen de la ciudad ucraniana de Jersón tras los bombardeos rusos. EFE/EPA/Maria Senovilla

 

 

 

 

 

La invasión rusa ha causado un cambio sísmico en la vida mucha gente: algunos han perdido su hogar, muchos que se consideraban apolíticos son ahora activistas y otros cuyo idioma materno era el ruso han dejado de hablarlo como forma de resistencia; tal es el caso de Alice, en quien coinciden muchos de esos factores que han cambiado su vida de manera drástica.

Su hermano ha permanecido en cautiverio ruso durante meses, sus padres tuvieron que huir de su casa en Melitopol y ahora gran parte de su tiempo lo dedica a apoyar como voluntaria a las tropas ucranianas.

Cuando Alice tuvo que escoger a qué universidad ir, hace ya ocho años, su padre le aconsejó que fuera a Leópolis, en lugar de Charkiv, simplemente porque estaba más lejos de Rusia.

Con Charkiv bombardeado de forma insistente y Melitopol ocupado es justo desde Leópolis desde donde ella procura ayudar a su familia.

Su hermano, según explicó Alice a EFE, era guardia de fronteras, fue uno de los primeros en enfrentarse a la invasión rusa en Mariupol y estuvo entre quienes durante tres meses defendió la ciudad situada desde la planta de Azovstal antes de caer prisionero.

Su destino y la falta casi total de contacto con él desde entonces se han convertido en una fuente constante de preocupación para su hermana. La poca información que tiene sobre él proviene de los prisioneros de guerra ucranianos que han regresado en acciones de intercambio.

“El trato no es humano, es un campo de concentración”, revela. Su hermano, que había sido herido en Azovstal, solo recibió un tratamiento médico básico y se le mantuvo sin ropa de abrigo y sin una nutrición adecuada en condiciones miserables en el campo de Olenivka.

Fue allí donde unos 50 prisioneros fueron matados en lo que Ucrania considera un asesinato masivo deliberado por parte de Rusia. Por lo que Alice sabe, desde entonces ha sido trasladado a Rusia.

Ella recuerda que la única vez que su hermano se puso en contacto con ella claramente no estaba hablando en privado y sus preguntas no sonaban naturales. “Estaba preguntando si habíamos dejado Melitopol, así que supongo que los rusos estaban recopilando información sobre una posible oposición en la ciudad ocupada”, explicó.

Ella dice que los lugareños están siendo amenazados con quemar sus casas si se niegan a colaborar. Muchos todavía se niegan e incluso cierran sus negocios, pero algunos están perdiendo la esperanza de que Ucrania pueda recuperar la ciudad.

Su familia abandonó la ciudad después de enterarse de lo que estaba sucediendo en otras áreas ocupadas por los rusos. “Mi madre y mi hermana menor estaban dispuestas a arriesgarse a morir en el arduo viaje por el frente en lugar de experimentar lo que le sucedió a la gente en Bucha”, explicó.

Mientras su marido y un amigo se ocupan de adquirir y entregar el equipo necesario para los soldados, como placas blindadas, drones o camionetas, Alice recauda fondos entregando sus pinturas a cambio de donaciones.

“Lo pinté cuando descubrí dónde tenían a mi hermano”, dice mientras muestra un cuadro que representa la oscuridad, el dolor y la destrucción que Rusia ha traído a la vida de los ucranianos.

A Alice le gusta pintar durante los cortes de energía que pueden durar hasta 12 horas. Dejó de quejarse de la incomodidad después de ver las difíciles condiciones de los soldados en el frente.

“Aunque hay electricidad, gas y calefacción en Melitopol también tienen rusos allí. Prefiero estar sin gas ni luz, pero con la seguridad de que aquí no hay rusos”, dijo.

Alice, rusoparlante que hace un tiempo se consideraba apolítica, ahora habla exclusivamente ucraniano. “He olvidado cómo leer o hablar en ruso”, asegura. Esto, a su vez, ha llevado a su familia a cambiar también al ucraniano.

Alice ha recaudado hasta ahora más de un millón de hryvnias (casi 29.000 euros) y considera que todos los ucranianos deben hacer lo posible para ayudar a defender el país. Ella comienza cada iniciativa de recaudación de fondos donando sus propios recursos, con aproximadamente la mitad de sus ingresos gastados en voluntariado.

“La gente confía en mí porque conocen mi historia”, explicó.

EFE

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