Abraham Sequeda: El alma del profesional farmacéutico

Abraham Sequeda: El alma del profesional farmacéutico

Son tiempos complicados de sobrellevar, aunque algunas veces en las pequeñas situaciones familiares puede encontrarse un buen refugio; sin embargo, esta familia como sabemos es parte fundamental de una sociedad muy maltrecha, tanto la venezolana como la que se refleja como promedio en el mundo.

Puede que este desasosiego pase pronto o dure mucho, pero particularmente en Venezuela estamos hastiados de tan poco porvenir, que al parecer, aquí se trabaja en función de lo perverso, sobre todo y principalmente en niveles de poder.

Pero en medio de este entorno, existe un conjunto nada pequeño de ciudadanos que están en todas partes, unos son empresarios otros no, preparados en la ciencia a más no poder, conscientes y atentos; me refiero a los profesionales farmacéuticos. A continuación cito un texto llamado el “Juramento del Farmacéutico”.





“Conservar el respeto y reconocimiento a que se han hecho acreedores sus profesores.
Conservar y estrechar lazos de confraternidad con sus colegas.
Desempeñar sus funciones con conciencia y dignidad.
Tener profundo respeto por la vida humana.
No utilizar, ni bajo amenaza, los conocimientos adquiridos contra las leyes de la naturaleza.
Prestar todos los conocimientos y su futura experiencia técnica, científica, social y humana, cada vez que la facultad lo requiera, en beneficio de la enseñanza de futuros profesionales”.
Facultad de Farmacia. Universidad Central de Venezuela. 1999.

Conmino a cualquier personero, si al menos tiene la capacidad de valorar lo que el texto anterior indica o lo que significa la profesión farmacéutica, porque lo primero que se necesita apreciar es la vida y la salud.

Los Estados están siempre para organizar, resguardar, promover el marco legal, y la seguridad sin arbitrariedades del poder; por otro lado las acciones de gobierno se ejecutan para hacer el bien. Se ha sugerido una contraparte a las funciones del farmacéutico en cierto sector institucional nacional, siendo esto una absoluta pedantería y prepotencia. El ejercicio farmacéutico engloba amplias áreas del conocimiento que desembocan en uno de los aspectos más importantes: el medicamento y su uso racional.

Nadie en Venezuela tiene dudas de la importancia de las universidades, de la promoción de carreras variadas, modernas y en estrecha cooperación con la industria. Tampoco hay dudas del daño infringido a las universidades, asfixiándoles desde el punto de vista presupuestario, aunque soy uno de los que ha expuesto la necesidad de que las universidades sean lo más independientes posibles del financiamiento gubernamental.

Si en realidad existe una buena intención en este campo, lo que se debe hacer es apoyar a las facultades de farmacia en todos sus ámbitos, para que estas con rigurosa administración, se consoliden, crezcan como institución científica para ser referencia a nivel mundial y sobre todo para que puedan contribuir con fuerza al bienestar del país. De crearse nuevas opciones deben ser bajo los estándares de calidad más altos.

Como profesionales de la salud, los farmacéuticos que estamos muy cerca del sufrimiento y necesidades del ser humano, que siempre estamos ansiosos de que nuestras decisiones sean las apropiadas para contribuir a curar a las personas, en estos momentos cruciales debemos sujetarnos a los principios de no maleficencia (no hacer el mal) y al de beneficencia que es prevenir un mal, eliminarlo y hacer el bien a otros; en cuanto a los pacientes y a los ciudadanos, si es para su daño, impedirlo.