Clandestino, encubierto, en fin encaletado, por @ArmandoMartini

Clandestino, encubierto, en fin encaletado, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Anduvo por estos lares, de soberbios amaneceres y esplendidos crepúsculos, con clima envidiable, y a la chita callando, con estilo James Bond, agente secreto 007 al servicio de la inteligencia británica, el Fiscal de la Corte Penal Internacional, se reunió en misteriosa encerrona. Después de tres días, y desde Miraflores, anunciaron acuerdos que el doblez político e hipócritas halagaron. Al igual, que los amantes aguijoneados por cupido, aterrados de ser descubiertos; y cuando lo son, para preservar reputaciones, juran, no experimentaban ni placían el amor anhelado, sino, la exigencia de lo establecido en el Memorando de Entendimiento 2021. Así, justificaron sus encuentros disimulados y secretos.

Agradecieron con galanterías y madrigales los esmeros dispensados, radiantes notificaron -lo habitual de una comunicación oficial desde la Corte, o visita de alguacil-, la apertura de una oficina de la CPI en Venezuela. Que vendría siendo, si no hubiera suspicacias, algo así como la soga en la casa del ahorcado.

¿No es el presidente un investigado? Hasta la última vez que Milord ennobleció honrándonos por estas calles, estaba denunciado, acusado internacional con precio de captura por crímenes de Lesa Humanidad y violaciones de los Derechos Humanos. ¿De repente agazapado, en silencio, sin ni siquiera la caballerosidad de saludar a su enviador de papelería, como por arte de magia, aparece para reunirse entre sigilos e incógnitas con el mismo a quien investiga, cuya libertad tiene en juego? La justicia, como la palabra de Dios, tiene vericuetos, y como alegría de tísico, sucede que fiscales, cuando investigan a quienes van a acusar, los visitan e interrogan en persona. 





En el lujo esplendoroso de Misia Jacinta, se anuncia entre gallardetes, banderas e insignias la inauguración de una oficina; y que en eso coincida con el acusado, a cualquiera daría qué pensar. Sospechar de toda iniciativa que provenga de palacio, sus alrededores y el manto de duda, aplazamientos y maniobras dilatorias que rodeó a la abogada de Gambia, es normal. En definitiva, la conjura generó enorme opacidad y nada de transparencia. Al mundo y a las víctimas, se les debe una explicación. La credibilidad de la Corte, está en juego como nunca antes.

Lo cortés no quita lo valiente ni tampoco es traición a la imparcialidad. No obstante, las excesivas expresiones de inclinación reverencial y el protocolo para embelesar a un mediocre pretencioso. Inquieta. La adulación o lisonja es alabanza exagerada e interesada, hecha con el propósito de ganarse la voluntad para conveniencias y ventaja. Según el oficialismo, las puertas de Venezuela están abiertas, con interés de que se haga justicia y castigue el delito. Rogamos a su señoría, un instante, para exhibir con jactancia las playas de Mochima, Morrocoy, Los Roques y otras bellezas naturales; bajo la encantadora custodia de la guerrilla, trata de blancas y narco tráfico.   

El reconocimiento mutuo, la familiaridad entre investigador e investigado, el agradecimiento recíproco, jalabolismo solidario bilateral en el cual -de ser cierta- se ignora como inexistente a la otra parte, la protagónica del caso, víctimas, denunciantes, acusadores, es humillante, patética y ofensiva. Los fiscales -hasta en las películas- son ariscos y severos, en su trato con las partes. 

Tampoco, se puede alegar es inglés. Si alguien tiene expediente de trampas, trucos y engaños son británicos, basta darle un vistazo a la historia para entender que españoles, franceses y alemanes han sido imperialistas de primera comunión al lado de los ingleses. O sea, una Corte Penal en manos anglosajónas tampoco es cosa de mucha confianza.

En Estados Unidos, apellidos Biden, Blinken suenan británicos, para ni comentar lo incierto de un colombiano asesorando a un gringo en guerra con un ruso-; han enredado el papagayo con visita intempestiva, aun sin explicaciones. Dicen, que a conseguir la libertad de dos americanos que el castrismo tiene presos; y otros, entusiastas, deseosos de ampliar la jaula, que vinieron a conversar permisos e inversiones para repotenciar la industria petrolera que con toques de Midas, arruinaron; y como consecuencia levantar las inservibles sanciones, que haría más agradable, el intercambio respetuoso entre ambidiestros y alacranes.

La hermana del confianzudo asesor, hace un viaje al otro lado del mundo para reunirse, con el gruñón e invasor Canciller a quien, había apoyado sin límite. Lo que falta, es que, envíen al tatuado Fiscal, a cursar Derecho Penal Internacional en el despacho de Bruselas.

Así la situación, cualquier cosa puede pasar. Como aquella maldición gitana, “entre abogados te veas”.

 @ArmandoMartini