“En este momento es casi imposible distinguir una gripe del Covid”

(Foto de ALFREDO ESTRELLA / AFP)

 

México ha iniciado el año en medio de la cuarta ola de covid. La variante ómicron ha disparado los contagios y decenas de miles de personas hacen largas filas cada día para conseguir una prueba que les permita corroborar si tienen el virus o no. En medio de un invierno complicado por el frío y los récords de casos diarios que se han roto en enero, las dudas también se han multiplicado. ¿Cuánto tiempo hay que aislarse después de enfermarse de coronavirus? ¿Qué medicamentos hay que tomar? ¿Qué sirve para protegerse y que no? El infectólogo Samuel Ponce de León, que ha colaborado con la Organización Mundial de la Salud en el combate a la influenza y coordina la Comisión de Respuesta a la epidemia de covid-19 de la UNAM, responde a las preguntas más comunes, desde el tratamiento a seguir hasta las secuelas y la vacunación. Esta es una versión editada y condensada de sus respuestas.

Por: El País





Pregunta. Mucha gente tiene la misma duda: ¿tengo gripe o covid? ¿Qué es lo primero que hay que hacer en caso de tener síntomas?

Respuesta. Realmente es muy difícil hacer una diferenciación basada en los datos clínicos, son muy parecidas. En esencia, en este momento es casi imposible distinguir una gripe del covid. Lo que hay que hacer en estas circunstancias es pensar y asumir que es covid. Toda la gente que sospeche que tiene un catarro y que no crea que es covid está equivocada. Ese es el primer punto y hay que actuar en consecuencia a eso. Si no es covid, es influenza. En cualquiera de los dos casos tienes que confinarte y aislarte inmediatamente, pensando en que no quieres contagiar a nadie más.

En segundo lugar, desde mi punto de vista, las pruebas no son necesarias para atender una infección. La prueba no va a modificar tu evolución, no te va a mejorar, no va a hacer nada más que confirmar un diagnóstico.

P. ¿Por qué hay gente que tiene todos los síntomas y sus pruebas salen negativas?

R. Porque las pruebas no son perfectas. En el caso de la PCR, es una prueba sofisticada y requiere de equipo y de experiencia para realizarla. Puede ser por un error en la manipulación de la muestra, un caso de contaminación o tratarse de un falso negativo, por ejemplo.

Las pruebas de antígenos, que son más rápidas y más baratas, tienen el problema de que si salen positivo, lo más probable es que ese sea el resultado. Pero si salen negativo, tienes hasta más del 30% de posibilidades de que sea un falso negativo. Además, a diferencia de la PCR que te permite identificar el virus a las 72 horas de la infección y hasta el séptimo u octavo día, aquí tu ventana de tiempo es mucho más corta: cuándo tienes la mayor cantidad de antígenos circulando. Si lo tomas 24 horas antes o después, te puede dar un resultado negativo. Y volvemos a entrar a este terreno de que no todas están bien aplicadas.

También tenemos el problema de que el mercado está lleno de productos de origen muy diverso, incluso de contrabando o piratas. Conviene hacerse una prueba en un sitio serio como los quioscos del Gobierno, las instituciones de salud o un laboratorio clínico privado de prestigio.

Las pruebas sirven básicamente para dos cosas y no es en mal sentido del término. Uno, corroborar un diagnóstico clínico. Sin embargo, a todos mis pacientes les he dicho que no se hagan pruebas, ¿para qué? Es mejor que asuman que es covid en vez de que salgan a la calle por varias horas. El otro punto para el que son útiles es para llevar una cuenta de lo que está ocurriendo a nivel poblacional. Por ejemplo, si tienes resultados de que un alto porcentaje de las pruebas en la capital han salido positivas, te das cuenta de que la circulación del virus es muy intensa y vas tomando la temperatura de cómo va evolucionando la infección.

Desde un principio, este es mi punto de vista, se han sobrevalorado las pruebas. Y en parte, esto partió de la equivocación del director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, cuando dijo: “Pruebas, pruebas, pruebas”, cuando el 90% de los países afiliados a la OMS, no tenían pruebas y no las iban a tener en años.

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