Las librerías, un negocio que se vino a pique en Mérida (Reportaje)

Gracias a la presencia de la Universidad de Los Andes (ULA), una de las más importantes universidades del país, la ciudad de Mérida gozó por décadas de una movida agenda cultural, donde el libro y la lectura jugaron un rol protagónico, con la permanencia de importantes escritores, editoriales y librerías que han ido quedando en el olvido, y con ello la posibilidad de fortalecer el pensamiento y cultura de los ciudadanos.

Por Corresponsalía La Patilla





Con la crisis económica, la actividad cultural disminuyó a su mínima expresión. Luego con la pandemia, las restricciones de permanencia en espacios cerrados limitó aún más la actividad cultural en el país. En la actualidad son pocos los conciertos y eventos culturales que se dan cita con una asistencia masiva, pues el dinero de la entrada o el traslado a los centros culturales es inaccesible para la mayoría.

La Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida (FUNDECEM) mantiene sus actividades culturales, aunque no ha sido fácil conservar vivo un sector con recursos menguados, éxodo de artistas y ahora escasos espacios que cumplan con medidas de bioseguridad.

Teatro César Rengifo de la Universidad de Los Andes, centro de la movida cultural de la ciudad

En este momento, al menos, un concierto se celebra en Mérida, incluso, las obras de teatro y exposiciones, continúan presentándose, en forma menguada, pero ya sin los aplausos acostumbrados. Sin embargo, las publicaciones impresas no han tenido la misma suerte, y el espacio de expresión de muchos escritores se ha reducido a algunos blogs.

Sin Librerías no hay paraíso

Las librerías en Mérida no han soportado la grave crisis económica que ha golpeado los bolsillos de los lectores, y con la disminución de las ventas, muchas de estas han debido bajar sus santamarías.

La impresión de textos o libros quedó en el olvido por los altos costos

En Mérida se mantienen abiertas solo tres librerías, donde los lectores pueden encontrar una gama limitada de publicaciones. Entre las supervivientes del negocio editorial está la Librería Temas, ubicada en el centro de la ciudad y con más de 30 años en el mercado. Su propietario, Eduardo Castro, afirma que ha perseverado, pues está convencido de que las crisis son pasajeras.

“Al igual que las demás librerías, Temas se ha encontrado con dificultades de crecimiento y mantenimiento por las razones de orden económico y de la importación. También la industria editorial venezolana ha prácticamente desaparecido, y las librerías en general, vivían de libros traídos de España, de México, Argentina, y esa distribución se trancó hace como 7 años”, explicó el librero.

Según Castro, a Mérida no llega ningún libro de texto universitario, para ninguna carrera, desde hace varios años, aun cuando esta es una ciudad universitaria, lo que también hace cuesta arriba mantener las ventas en la librería.

“La estabilidad económica de las librerías y la preparación de los estudiantes universitarios que no disponen de un texto de Anatomía o de Fisiología Médica, dificulta estudiar la carrera de Medicina, sin un texto universitario. Todo esto debido a que no es viable la importación de los mismos. La sobrevivencia de las librerías en Mérida es gracias a los libros usados, donde se encuentran todavía clásicos de las letras universales, y el libro fusilado (ediciones de bajos costos), de una serie de bestsellers que están circulando en las librerías y que parecieran están de moda”.

No es el mejor momento de las librerías, muchas de ellas se han visto en la necesidad de cerrar por los costos que representan el alquiler, empleados, impuestos, pago de servicios y la escasa clientela, ya que la economía familiar está centrada en sobrevivir.

María Pérez es una asidua lectora. Al momento de visitar la librería Temas se encontraba en la búsqueda de un libro para darlo de regalo. Relató que después de ir a otras librerías, los precios oscilaban entre 5 y 50 dólares, dependiendo del libro y su calidad.

“Esas largas visitas a las librerías para comprar varios libros y devorarlos en un mes, se acabaron. Mi presupuesto no me lo permite. Incluso, 5 dólares representa un gran sacrificio para mí, porque debo dejar de comprar otras cosas que necesito”. señaló.

En cuanto a su asistencia a conciertos o actividades culturales, dijo que con la pandemia, siente que asistir a ese tipo de actividades puede poner en riesgo su salud, además de toda la logística que implica salir de casa, porque casi no hay transporte público.

El tema de la pandemia ha afectado a todo el sector comercial y las librerías no escapan de esa realidad. Además, no hay que olvidar la masificación en el uso de las redes, donde la gente concentra su atención y es allí donde más leen.

Castro explicó que la pandemia ha traído consigo otros problemas para el sector cultural. Sin las clases presenciales, “se está creando un vacío de nuevos lectores, y los nuevos lectores se están orientando mucho por las redes, y en las redes se maneja una literatura que podría llamarse de ‘basuratura’, que está enmarcada dentro de la sexualidad, algunos vicios y antivalores. Me sorprende que en dos años de pandemia, si yo he logrado vender tres libros de “100 años de soledad” o “El Quijote”, te estaría mintiendo. No han venido a preguntar por esos libros, sino por los libritos que están promoviéndose en las redes sociales”.

Editoriales desaparecidas

El libro, un bien cultural invaluable en Mérida, ha ido perdiendo espacio. Ricardo Gil Otaiza es un profesor e investigador de la Universidad de Los Andes, dedicado al arte de escribir, con 36 publicaciones. Asegura que las posibilidades de escribir e imprimir en el país son casi nulas, e incluso en Mérida que contaba con varias imprentas.

Explicó que recientemente presentó su libro de “Cuentos Selectos”, gracias al patrocinio de un reconocido laboratorio farmacéutico ubicado en Mérida, pero no es una situación que se repita mucho, ya que fundaciones como Polar y Bigott han disminuido sus aportes a las publicaciones en papel debido a sus elevados costos.

“Los empresarios son quienes apuestan por la cultura, lo que nos dice que a pesar de la crisis, a pesar de las dificultades, es aún posible hacer algunas cosas que para muchos no son prioridad, pero que sí lo son para el desarrollo de todo ser humano”, resaltó.

Para los artistas, el panorama es observado de forma integral y definen la movida cultural como un territorio desértico. “Es un desierto en el que no solo desapareció el libro venezolano, también las novedades, y sí se consiguen libros, pero viejos, no encuentras novedades sino de 5 años atrás. Un contexto en el que no solo desapareció la novedad literaria, sino que han ido desapareciendo paulatinamente las librerías”, refirió el escritor.

Sin asistencia las actividades culturales en Mérida, tanto la pandemia como la crisis dejó los espacios vacíos

La producción e impresión de un libro es muy costosa. Muchas imprentas ante la ausencia de recursos, decidieron dejar de esperar y bajaron sus santamarías. Muchos escritores siguen produciendo obras, pero sin recursos para materializar sus trabajos. Encontrar patrocinantes no es tarea fácil, y lo otro es que si se logra publicar, quién lo puede comprar.

Es un hecho que las editoriales en su mayoría están desaparecidas. El Estado es el que mantiene sus producciones con Monte Ávila Editores, Biblioteca Ayacucho, El Perro y la Rana.

Estas editoriales son marcadamente venezolanistas y con un criterio muy político, lo que no hace un universo de temas, ni de ideas para llenar espacios en una librería. En Monte Ávila es muy seguro que no conseguirá clásicos como “La odisea”, o tan solicitados como “El Principito”, donde además han dejado totalmente de lado la literatura infantil tan necesaria para la formación de nuevos lectores.

Gil Otaiza señaló que en Mérida hay quienes urgidos por mostrar su trabajo, acuden a la realización de un libro digital, cuyos costos también son elevados para el bolsillo de los merideños, cuyos ingresos son menguados.

Los blogs han terminado siendo un desahogo para muchos artistas, pero sin posibilidades de recibir grandes ingresos, sobre todo ante el desconocimiento de muchos sobre el manejo del blog como negocio.

El sector cultural desde sus espacios, continúa batallando. Quienes laboran en estas áreas, saben de la necesidad de acercar al merideño y al venezolano a las artes, porque los convierte en personas más sensibles, más empáticas, con más criterio y más preparadas para afrontar la crisis que ahoga al país.