William Anseume: Elecciones” y secuaces

William Anseume: Elecciones” y secuaces

Mucho afán han generado las supuestas elecciones legitimadoras del régimen de Nicolás Maduro para noviembre. Hay campaña no autorizada al respecto por el pusilánime Consejo Nacional Electoral (CNE) del propio régimen. También supuestas primarias que tampoco son comicio alguno dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela. Lo he expresado: quien respalde o participe de algún modo, del modo que sea, de esas “elecciones”, resulta ser parte sustancial del movimiento secuestrador de las libertades en Venezuela.

Mueve a sorpresa ver diputados de la Asamblea legítima lanzados a competir, como si nada. También expresos políticos. Y los títeres usados de siempre. ¿Dónde se les enredó el cordel? Al CNE lo nombró la Ilegítima AN, la de Maduro y su combo. Por tanto, es tan ilegítimo como aquella. Eso es desconocer la legítima y darle la espalda a la lucha por la libertad de los venezolanos. Es confundir más a los ciudadanos que ya nada entienden de esta compra-venta. Ya ni simulan pidiendo así sea hipócritamente alguna mejor condición. Yacen entregados, queman sus últimos cartuchos por unos centavos. Traicionan al país y a la democracia. Algunos loros viejos, como Eduardo Fernández, creen sorprenderse por la vuelta al centralismo. Como si de otra cosa se tratara estos más de veinte años continuos del Socialismo siglo XXI. La mentirijilla le cuelga también. ¿Cuanto más pretenden embaucar? ¿No se cansan?

Se trata del principio maquiavélico de dividir y vencer llevado al extremo. Es un método práctico para el sostenimiento del régimen al menos unos diez años más. Para lo cual alguna ganancia han obtenido desde ya. Apenan y dañan. Hacen retroceder cualquier lucha del país. Lo peor: son incapaces de un mínimo gesto de solidaridad, de una mínima muestra de gallardía. Con la participación en simulacros folklóricos de comicios y/o el aliento a ellos, así, olvidan a otros políticos presos, a perseguidos, exiliados, inhabilitados, tanto como a partidos proscritos. Si eso no les importa tampoco, para nada les interesa el país ni las condiciones adversas, inclementes, de la ciudadanía. ¿Serán esos carentes de gallardía y respeto por el otro, competidores desleales, procriminales, quienes representarán a los ciudadanos buenamente en los diversos cargos? Ni hablar.





Los secuaces se perciben de lejos. Ya andan haciendo sopas en lugares a los que nunca más habían vuelto desde la última elección. Repletos de billete que no sudan obviamente, para repartir sus dádivas convencedoras de menesterosos políticos que suplican una respuesta satisfactoria que de un respiro ante tanta crueldad que a diario les ocurre. No son elecciones si no están todos los partícipes en igualdad de condiciones. No son elecciones mientras el control de las mismas y su resultado lo (ob) tenga el régimen por el mango del sartén. No son elecciones sino ratificación del poder, mientras no tengamos un país libre y se puedan medir a cabalidad las opiniones. Entre el todo y la nada, han preferido la nada vendiéndose. Vileza que humana y políticamente miserabiliza.

Elecciones habrá cuando el país se estabilice y se reconstruya democráticamente; mientras esté en manos del régimen del terror no tendremos más que designaciones caprichosas que podemos o no suscribir como ciudadanos. Usarán todos los mecanismos de presión para alentar una mayor participación. Por eso las convirtieron en “megaelecciones” para que crean y repercutan más, porque desde luego habrá más cargos en la “disputa”, más intereses en juego que en diciembre pasado, más juego con las creencias. Pero el ciudadano consciente no se dejará engañar. No respaldará el truco de los viles. Sabe que sin democracia no habrá elecciones. Mucho menos libertad. Los secuaces le darán su espaldarazo al régimen sin importarles nada más, camuflados de rescatadores. La traición a las libertades anheladas por los ciudadanos tendrán su pago. Indudablemente.