Carlos Ochoa: Se solicita político con relato propio y partido con buena presencia

Carlos Ochoa: Se solicita político con relato propio y partido con buena presencia

El futuro siempre es incierto, pero eso no impide que nos acostemos todas las noches con la confianza que vamos a despertar vivos, si no fuese así no podríamos abandonarnos al descanso reparador y estaríamos despiertos toda la noche esperando la luz del nuevo día por temor a que nos sorprenda la muerte. Hago esta reflexión para ilustrar la naturaleza de la teoría y la acción política, que parte  de ofrecer bienestar y prosperidad a un grupo o a una sociedad casi siempre en futuro. Para explicarlo más directo, una política exitosa tiene que ofrecer en boca de un líder o un grupo de personas un relato de futuro convincente de que vamos a vivir mejor, que no tendremos  que  sufrir el desvelo de la incertidumbre antes que la noche termine. A esto lo llamamos confianza en la verdad del relato, que se construye palabra a palabra recorriendo la geografía espiritual de un pueblo, escarbando hondo en el alma colectiva cocida en la historia trascendida, que se constituye en el testimonio vivo del relato. 

Si partimos del hecho que no hay enamoramiento sin relato amoroso, en donde un galán o una galana prometan felicidad y verdad al sujeto de su deseo, podemos entender porque no hay política exitosa sin relato que parta de un compromiso, que como la mujer del César romano está obligada a no sólo aparentar honradez sino a ser honrada y demostrarlo con hechos. En Venezuela hay ejemplos de políticos honestos que construyeron relatos políticos y dieron testimonio de su honradez, por nombrar el más sobresaliente de la etapa democrática,  Rómulo Betancourt no fue caudillo, militar y sin embargo derrotó la subversión comunista y los alzamientos militares, estableciendo las bases de un relato civil de la política que va mucho más allá del partido Acción Democrática.

 El galán de Sabaneta enamoró con engaño a los más pobres con sus promesas de una revolución trasnochada pero nunca cumplió y como en todas las revoluciones inspiradas en el comunismo, terminó profundizando las diferencias sociales que hoy son abismos, porque los ricos acumulan más riqueza y los pobres están peor que al principio de este doloroso ciclo histórico que se está cerrando con el heredero, que no enamora a nadie al carecer de relato propio y no ofrece soluciones ni verdades para ninguno de los males que nos aquejan, por mucho que se abra al capitalismo salvaje con el apoyo de sus aliados y los nuevos ricos del gobierno que han amasado inmensas fortunas que ostentan con descaro sus familias. Desde la perspectiva del relato, el cuento de Maduro carece de verdad, porque desde el poder promete cualquier cosa, desde perniles hasta la cura del Covid 19 con tal de mantenerse en el poder sin cumplir absolutamente nada de lo que promete, salvo la represión y el fraude continuado de su gobierno. 





La pregunta que queda rondando es porqué la oposición no ha logrado articular un relato alternativo que aglutine, enamore a esa mayoría descontenta que pasa del 80%, no se me ocurre otra respuesta en este momento que el  relato del rentismo populista del chavismo madurismo no se percibe muy diferente del relato  de la oposición que es más  reactiva que proposicional, esta percepción  no es del todo correcta  porque  hay diferencias marcadas con el relato militarista, autoritario y antidemocrático del régimen, pero en el seno de la oposición salvo María Corina Machado que se declara partidaria del liberalismo económico representado en un capitalismo emprendedor y solidario, la tendencia es conservadoramente socialdemócrata, incluso en los nuevos partidos. En Venezuela es posible la construcción de un relato alternativo diferente al liberalismo a ultranza y a los socialismos anacrónicos y moderados, un relato que rompa la polarización y ocupe el centro político es perfectamente probable que aparezca en un horizonte de tiempo cercano, claro que para eso se necesita un galán o galana que refresque la política y enamore con mesura y sin mesianismo a la mayoría, que tras muchas frustraciones se ha alejado de la política pero no de la esperanza de un futuro mejor.