Carlos Ochoa: ¡Viva Venezuela!

Maduro reta a la comunidad democrática internacional afirmando que le importa un pepino si reconocen o no las elecciones que tiene montadas para el 6 de diciembre, esa postura de me sabe no me importa, tiene que ver en parte por la situación de caos que existe en EEUU con el cuestionamiento de los resultados por parte del Presidente candidato Donald Trump, que enfoca toda la atención a lo que sucederá en los próximos días en esa nación, sacando del objetivo de los medios la situación de Venezuela, lo que para Maduro es un respiro porque los EEUU con Colombia y Brasil representan el principal escollo para su proyecto de atornillarse en el poder e imponer el estado comunal.

Comparto las cifras que dan un tope de un 20% quizá un poco menos de participación en los comicios parlamentarios de Maduro, ese apoyo que ha mermado con el tiempo no significa que la oposición haya sumado ese descontento para su propuesta de un gobierno de transición, en realidad lo que se percibe es el anhelo de la mayoría por un cambio, pero ese cambio no se visualiza en el horizonte cercano porque la esperanza hay que saber venderla y en eso la oposición ha tenido altibajos que son aprovechados por el contrario sembrando la desesperanza y el conformismo en el ciudadano descontento.

Toda campaña electoral, militar o comercial tiene un “si energético” que condensa en una afirmación la movilización a la acción de una propuesta, al apoyo de una causa como suma de voluntades, es la llamada fuerza de voluntad que actúa como dispositivo emocional para la adhesión a un cuerpo de propuestas para defenderlas con el voto si hablamos de un país democrático. Ejemplos del “si energético” en campañas electorales y militares hay muchas, recordemos la más cercana en el campo electoral.





En enero de 1998 Chávez estaba lejos en los números por la carrera presidencial, carecía de un “si energético” que  conectara su propuesta de una quinta república con una nueva constitución, era un enredo que cada vez que trataba de plantearlo restaba apoyos, todo eso cambió en el acto que se realizó en El Silencio el 4 de febrero de 1998, esa noche Chávez logró conectar emocionalmente, no su confusa propuesta, sino algo más sencillo, apeló a los arquetipos patrios y a una frase que le diese sentido a su vida política desde que en su breve aparición en la televisión pronunciara su famoso “por ahora”, esa noche el militar se convirtió en un pichón de mesías que ofrecía un futuro de prosperidad y felicidad cuando transmutó la desesperanza en esperanza sin tener que explicar el modo como iba a llevarnos a ese paraíso en la tierra. La frase que le daría sentido al por ahora fue “llegó la hora”.

Chávez en ese acto y por el resto de su vida  resignificó para su beneficio y su proyecto el himno nacional, nuestra canción colectiva de 1811, la llenó de contenido emocional actualizando el “si energético” de la canción glorificando al pueblo venezolano que a él le interesaba,  dividiéndolo en el pueblo pobre y los oligarcas ricos, hizo sentir que el “Gloria al bravo pueblo” renacía con él para todos, alineado el por ahora con el llegó la hora partió el tiempo político, convenciendo no solo a los olvidados que Buñuel  retrató en el cine, sino a una elite económica poderosa dueña de medios que no querían quedarse fuera del reparto monumental de los recursos provenientes de la renta petrolera que como buen estafador Chávez les ofrecía como parte del botín. El resto es historia, Henrique Salas Romer se montó en su caballo muy avanzada la campaña y desarrolló una propuesta impecable,  pero los apoyos de los oligarcas pesaron mucho y Venezuela se perdió de tener a un presidente con una visión geopolítica y estratégica  moderna que no dudo tendría a Venezuela en una situación muy diferente.

Maduro no heredó la habilidad de su mentor para mentir emocionando multitudes como un pastor embaucador en éxtasis, es un desabrido que aburre, pero se ha hecho con el apoyo del ejército y de la inteligencia cubana, rusa e iraní, ha comprado voluntades y declara que no va a ceder el poder ni va a permitir unas elecciones libres, equilibradas y transparentes con observancia internacional porque sabe que las perdería de calle. La respuesta de  la legítima Asamblea Nacional, partidos políticos y la sociedad civil organizada que no pueden obligarlo a nada por los momentos, es la consulta popular que está prevista en la constitución vigente, un evento que tiene como objetivo mostrar músculo político, sumar más apoyo internacional y colocar el caso venezolano de nuevo en el foco de la atención mundial. 

La elección del 6 de diciembre carece de legitimidad y apoyo, la consulta popular tiene que superar la racionalidad argumental y darle emocionalidad a la participación que va sorprender al mundo porque estamos obligados a devolverles como decía Salas Romer en la campaña de 1998 la alegría a Venezuela, el conector emocional para la consulta popular tiene que mostrar orgullo, esperanza y alegría, desde estas líneas lanzo un ¡Viva Venezuela! Porque de eso se trata, de vivir sintiendo orgullo por la unidad de los venezolanos que no perdemos la esperanza de vivir un futuro mejor.