ALnavío: Por qué con Nicolás Maduro la industria petrolera de Venezuela está condenada al fracaso

ALnavío: Por qué con Nicolás Maduro la industria petrolera de Venezuela está condenada al fracaso

No hay garantías de que ahora los iraníes levanten la producción de gasolina / Foto: PVDSA

 

Rafael Ramírez, Eulogio Del Pino, Nelson Martínez, Asdrúbal Chávez y Manuel Quevedo, ministro tras ministro de Petróleo, presidente tras presidente de PDVSA, todos y cada uno no solamente fueron promesas y fracasos en el intento de levantar industria petrolera venezolana. Además, cada gestión fue un desastre todavía mayor que el anterior. Unos con más responsabilidad que otros. En esta ocasión Tareck El Aisami y sus aliados (o socios) rusos e iraníes hacen un nuevo intento. Así lo reseña alnavio.com

Por Pedro Benítez

Nicolás Maduro y la plana mayor de su régimen venden como una victoria antiimperialista la llegada a las costas venezolanas de cinco buques cargados con gasolina provenientes de la Republica Islámica de Irán. En los referidos navíos además vendrían, según la información suministrada por el ministro de Petróleo Tareck El Aisami, “aditivos, repuestos, entre otros equipamientos, para levantar nuestra capacidad de refinación y producción petrolera”.

Sin embargo, pese a sus muestras de júbilo, Maduro, El Aisami, Diosdado Cabello, el alto mando militar y el resto de la elite civil chavista son plenamente conscientes que una de las causas de la inédita escasez de gasolina que Venezuela ha padecido durante más dos meses ha sido la desastrosa gestión del mayor general Manuel Quevedo como presidente de Petróleos de Venezuela, PDVSA, y ministro de Petróleo entre noviembre de 2017 y abril de 2020. Durante ese periodo la producción petrolera terminó de desplomarse junto con el parque refinador. La otra causa es que Maduro se gastó el grueso de divisas en diciembre dejando a PDVSA sin caja para importar gasolina.

Las sanciones norteamericanas aplicadas en febrero al gigante petrolero ruso Rosneft en la práctica han servido como cortina de humo al verdadero problema de fondo, porque si la industria petrolera estuviera operando con cierta normalidad el país ni siquiera necesitaría importar combustible.

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