La contundente respuesta de un epidemiólogo de Harvard a su colega que definió a la pandemia como “un fiasco en ciernes”

La contundente respuesta de un epidemiólogo de Harvard a su colega que definió a la pandemia como “un fiasco en ciernes”

Marc Lipsitch, investigador y profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en diálogo con CBS News el 2 de marzo. Luego ajustó el contagio al 20%-60% de los adultos.

 

Cuando el epidemiólogo y estadístico John Ioannidis, codirector del Centro de Innovación y Meta-Investigación en la Universidad de Stanford, dijo que el Covid-19, además de “una pandemia que se da una vez en un siglo”, también podría ser “un fiasco de una vez en un siglo”, causó revuelo internacional. Argumentó que, dada la falta de datos precisos sobre el coronavirus y su acción, las autoridades de casi 130 países habían tomado “medidas draconianas” sin base, capaces de causar más daño al tejido social que beneficio a la salud pública.

Por infobae.com

Pero otro de los expertos máximos en epidemiología de los Estados Unidos, Marc Lipsitch, investigador y profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, salió al cruce de su mensaje.

Según una estimación hecha a partir de modelos matemáticos para rastrear y prevenir epidemias, Lipsitch predijo que entre el 40% y el 70% de la población adulta del mundo podría resultar infectada por el nuevo coronavirus. “Si realmente se disemina tan ampliamente como dice esa proyección, y eso es lo que creo que es probable que suceda, entonces morirán millones de personas. Y no pienso que haya manera de evitar eso”, dijo en una entrevista con CBS News. Una actualización posterior de ese cálculo ubicó a los contagiados entre el 20% y el 60% de las personas de más de 18 años, lo cual sigue siendo una cifra descomunal: entre 940 millones y 2.820 millones de seres humanos.

Un trabajador con traje de protección desinfecta un pasillo dentro de un hotel que se utiliza para la cuarentena tras un brote del nuevo coronavirus en el país, en Taiyuan, provincia de Shanxi, China 17 de marzo 2020. cnsphoto via REUTERS

 

“Sabemos lo suficiente para actuar”, contestó a Ioannidis en una columna para Stat, el mismo medio de ciencia y salud donde había publicado su colega de Stanford. “De hecho, es imperativo actuar con fuerza y rapidez”.

Es su artículo, Lipsitch reconoció que Ioannidis tiene razón en cuanto a la falta de información adecuada de la que disponen científicos y autoridades. “Los Estados Unidos han hecho hasta ahora menos exámenes per capita que casi cualquier país rico del mundo. Y muchos detalles críticos de la epidemiología —incluidos el número total de casos, el papel de los niños en la transmisión, el papel de la transmisión pre-sintomática y el riesgo de morir de una infección con SARS-CoV-2— permanecen inciertos”.

“Muéstrenme una gripe de estación que conduzca al triaje de a quién dejamos morir en las terapias intensivas, a pesar de las intensas medidas de distanciamiento social, y dejaré de preocuparme”, tuiteó Lipsitch para refutar el argumento del “fiasco” del Covid-19 que había presentado Ioannidis. “O un patógeno que crece exponencialmente sin control que infecta al 1% y luego se ‘disipa’. Esto es una fantasía, no un espíritu controversial. Es verdad que necesitamos más datos”.

Sin embargo, en medio de las incógnitas “hay dos cosas claras” —escribió el profesor de Harvard—. Primero, el número de casos graves —el resultado de todas esas incertidumbres— se vuelve temible en un país tras otro donde se permite que la infección se disemine. En Italia los ataúdes de las víctimas del Covid-19 se acumulan en las iglesias, que dejaron de hacer funerales”. Eso, subrayó, “es lo que sucede cuando una comunidad espera hasta que la crisis llega para tratar de reducir la transmisión”.

Siguió: “Segundo, si no aplicamos medidas de control, la cantidad de casos continuará subiendo exponencialmente más allá de las cifras ya aterradoras que hemos visto. Los científicos han calculado que la base numérica de reproducción de este virus es de alrededor de dos. Esto significa que, sin control, los casos se duplicarán, luego se cuadruplicarán, luego serán ocho veces más grandes, y así sucesivamente, duplicándose con cada ‘generación’ de casos”.

Para detener una pandemia de estas características de manera permanente, explicó Lipsitch, “la mitad de la población debe ser inmune”. Es difícil saberlo en los países que no han hecho accesible masivamente los kits de análisis para identificar el coronavirus, que son la mayoría. “En países donde se testeó bien, podemos tener la certeza de que ninguna población ha llegado siquiera cerca de la mitad de su población infectada. Eso significa que cuando cada país abandone las medidas de control, la transmisión aumentará y la cantidad de casos volverá a crecer”.

Uno de los puntos principales de la refutación que hizo el epidemiólogo de Harvard es que “una pandemia como esta no se disipa por sí misma, como Ioannidis sugirió que era posible”. Dio ejemplos: “El síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en 2003 fue forzado a someterse por intensas medidas de salud pública en muchos lugares, que resultaron efectivas porque la transmisión se daba básicamente desde personas muy enfermas. El síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS), que surgió en 2012, es una infección poco transmisible que causa brotes en los hospitales, pero por lo demás es mucho menos contagiosa que el Covid-19”.

Una mujer que usa una mascarilla para evitar contraer el coronavirus reacciona cuando los empleados de una empresa de servicios de desinfección desinfectan un mercado tradicional en Seúl, Corea del Sur. 26 de febrero de 2020. REUTERS/Kim Hong-Ji.

 

Es decir que el nuevo coronavirus “es cualitativamente distinto del SARS y del MERS”, subrayó Lipsitch también en la entrevista de CBS News. “Ya es 10 veces más grande que el SARS y está mucho más diseminado. Y claramente no está controlado como lo estuvo el SARS a esta altura, o cerca de esta altura”.

— El hecho es que no sabemos qué esperar, ¿verdad? —le preguntó el periodista Jim Axelrod.

— Creo que tenemos algunos marcos acerca de qué esperar —dijo el experto—. Creo que ahora es casi inevitable que esto se transmita de manera global y tenga un gran costo básicamente en todo el planeta. No veo manera de evitarlo dada la cantidad de lugares donde sabemos que está y la cantidad de lugares que todavía no vimos.

Por eso en otra entrevista —publicada mucho antes, el 6 de marzo, en Der Spiegel— Lipsitch dijo: “No creo que se pueda detener al virus ya. Es demasiado tarde para eso”. Por entonces ya se veía “transmisión que no se vincula con nada conocido”, agregó”, es decir que el virus se había diseminado en las comunidades, localmente.

El experto había hecho incluso antes —el 28 de febrero, en el podcast Deep Background, de Noah Feldman— la advertencia sobre el contagio en un rango del 40% al 70% de la población adulta. Días más tarde la ajustó —contó en Twitter— al 20%-60% como rango más probable.

Para cerrar su controversia con el investigador de Stanford que habló del “fiasco” del Covid-19, Lipsitch escribió en Stat: “Hay dos opciones en este momento: distanciamiento social de largo plazo o sistemas de atención médica superados. Esta es la conclusión deprimente que muchos epidemiólogos han enfatizado desde hace semanas, y que se detalló en un análisis que publicó esta semana el Imperial College of London”.

Con 120 países afectados, el coronavirus no tiene tratamiento conocido ni vacuna, pero este antiviral podría combatirlo. (REUTERS/Njeri Mwangi)

 

La polémica entre científicos incluyó al ex decano de la Escuela de Medicina de Harvard, el profesor Jeffrey Flier, quien tuiteó: “Esta opinión (actualmente) contraria a la respuesta de COVID-19 merece una estrecha atención y debate por parte de todos los expertos, ya que es la opinión de John Ioannidis, cuya dedicación a los datos y al análisis basado en hechos es bien conocida”.

Si bien reconoció que “Ioannidis tiene razón con respecto a que el distanciamiento social intenso durante meses o años es algo que difícilmente se puede imaginar, mucho menos promulgar”, la alternativa, “dejar que la infección se disemine sin control, es igualmente inimaginable”. Hacen falta datos más y mejores, volvió a conceder, pero también y más aún hace falta “una innovación que haga disponibles a escala tratamientos efectivos, vacunas u otras medidas preventivas”. Cualquier otra cosa sería esperar un milagro. “En el corto plazo no hay más alternativa que utilizar el tiempo que estamos ganando con el distanciamiento social para impulsar un esfuerzo político, económico y social masivo y encontrar nuevas formas de hacer frente a este virus”.

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