José Daniel Montenegro: Socialismo, el incorregible liberticida

José Daniel Montenegro: Socialismo, el incorregible liberticida

Existen buenas personas movidas por nobles intenciones, pero ignorantes o poco reflexivas gentes, manipuladas en su buena fe, que por ello, y quizá sólo por ello, son socialistas genuinamente bien intencionados. No debe usarse esto último para afirmar, como que si de un argumento irrefutable se tratase, que existe un “socialismo bueno”, porque el socialismo es, desde una óptica racional, es decir, ajena a sus promotores, incompatible con la ética de la libertad, por lo que no deben confundirse los fines con los medios, ni las intenciones con los resultados.

Karl Marx, cuyo mayor admirador probablemente haya sido él mismo y no los tropeles de genocidas que han tratado de llevar a la práctica sus ideas, afirmaba tal vez sin decirlo, ser un “científico” descubridor de las leyes del desarrollo histórico (lo que Karl Popper llamó “historicismo”) y por esta razón, en un principio, no hubiese debido permitirse reproches morales contra la burguesía, que de acuerdo a esas supuestas leyes de Marx, estaba desempeñando de manera impecable su papel “fijado por la historia”. Pero hoy debería ser evidente que Marx, el profeta, estaba motivado por una visceral animadversión contra el capitalismo, antes de toda especulación con tendencia, por lo menos, a la objetividad, que tratando de manipular los hechos para que coincidieran con sus opiniones, terminó descubriendo el “socialismo científico”.

No debe confundirse mi postura con una negación a Karl Marx como un individuo excepcional, ni mucho menos parto de una condena moral (no esta vez) hacía él o hacía los marxistas, sino que más bien trato de dejar al descubierto las muchas “equivocaciones” de quien sin duda ha sido un pensador notable, sin especular sobre si estaba él consciente o no, de los trágicos desastres que ocasionarían sucesivamente sus ideas, dejando en evidencia además, que una de sus más célebres profecías, es decir, que el capitalismo colapsaría, y espontáneamente abriría paso al modo de producción socialista, no se ha cumplido, y tampoco lo hará, lo que en su momento llevó a Lenin a inventarse la accidentada tesis del Colonialismo como causa de atraso en los países empobrecidos.





Así como durante buena parte de los siglos XIX y XX, los términos “república” y “democracia” fueron negativamente usados en Alemania y, especialmente durante la Alemania nazi se hablaba con profundo desprecio de “las democracias occidentales”, en la Venezuela del siglo XXI son tan hermosas como vacías estas palabras, y en la boca de quienes abiertamente promueven la tiranía, son más bien un monumento al cinismo de la más vulgar cosecha. En su libro “Dictados Contrarrevolucionarios” de cuya fuente a continuación presento un fragmento, el brillante intelectual y poeta Alberto Jiménez Ure, se levanta victorioso para empuñar a través de su elocuente verbo, la denuncia que aún hoy, no resulta evidente para los seres que superponen la ideología a la propia realidad de su existencia:

“En las monarquías extintas, súbditos;
Durante las dictaduras, intimidados;
En el curso de las democracias representativas o participativas,
Rebaño de Imbéciles por timadores conducidos a votar”

Conviene exponer los supuestos implícitos del marxismo, todos llenos de una muy poderosa carga emotiva, que se dejan explicar con envidiable sencillez: la presunción completamente infundada de que alguna vez existió un socialismo primitivo, donde la humanidad vivía en perfecta armonía y desbordante felicidad, que esa condición de regocijo, dicha y no antagónica de la sociedad humana fue perturbada y envenenada por el surgimiento accidental y maligno, en un momento posterior, de la propiedad privada. La presunción, que hasta la saciedad se ha demostrado, ser falsa en la práctica, de que la abolición de la propiedad privada, automáticamente, devolverá la sociedad a la beatitud y armonía primitivas (sobre este punto el Manifiesto es explícito: “El socialismo puede ser condensado en una frase: abolición de la propiedad privada”). La tesis de los antagonismos y la lucha de clases, en la sociedad industrial, hasta quedar rápidamente en presencia sólo la burguesía y el proletariado.

La proposición (y suspensión) de la fácil factibilidad de la abolición de la economía monetaria, del comprar y el vender, una vez extinguida la propiedad privada. El reconocimiento explícito de que para iniciar la transformación de la “sociedad de antagonismos” en la “sociedad sin clases”, hará falta de manera ineludible y un muy necesaria, un uso despótico del poder, una dictadura (el adjetivo despótico está, con todas sus letras, en el Manifiesto, con lo cual quedan confundidos, por falsos, todos los intentos de sostener que la expresión “dictadura del proletariado” deba comprenderse como correspondiente a una “dictadura de la burguesía”, supuestamente presente en la sociedad democrática liberal).

¿Qué queda de la explicación económica presuntamente científica de la historia, si cualquier país (y, por ejemplo, Venezuela) puede, con sólo adoptar un grupúsculo dirigente la ideología marxista y comprar armas rusas, comenzar ya a construir el socialismo, sea cual fuere el estado de sus fuerzas productivas?

Está a la vista que, excepto por la previsión de un despotismo necesario, que se ha demostrado con creces y es lo único que si han logrado , ninguna de las previsiones del marxismo se ha cumplido. Un ejemplo flagrante, entre otros, es el desacato, por los mismos marxistas, a una de las proposiciones más categóricas y cruciales de Marx, según quien “ningún orden social desaparece antes del desarrollo pleno de las fuerzas productivas que contiene en potencia; y las nuevas, más altas relaciones de producción, jamás aparecen antes de que las condiciones de su existencia material se hayan desarrollado en la matriz de la vieja sociedad”. (Prólogo a la Contribución a la crítica de la Economía Política.)

Con la abolición del dominio de lo privado, la lucha por el poder político, se convierte en el único mecanismo de competencia enfermiza entre los individuos aptos y ambiciosos, que son en este caso también los más brutales, enfermizos e inescrupulosos sádicos y mentirosos compulsivos. De esta lucha saldrán siempre victoriosos los Stalin, los Hitler, los Pol Pot, los Fidel Castro, los Chávez. Esto ocurrirá invariablemente, pero tanto más rápida y aceleradamente en la proporción en que la clase dirigente haya sido insensibilizada por la superioridad moral del socialismo, donde el fin siempre justifica los medios, por más crueles e inhumanos que estos sean, lo que Marx definió como “moral convencional” y que al abolir las inhibiciones morales que los no socialistas conservamos respecto a los derechos humanos, le dan un carácter institucional a la crueldad y un cierto virtuosismo a la barbarie.

Fue Solón quien en la antigüedad introdujo la idea de que un individuo tiene la capacidad de participar en la selección de aquellos a cuya supuesta rectitud y sabiduría, se ve obligado a confiar su vida, su fortuna y su familia. El gobierno basado en el consenso desplazando la idea del gobierno basado en la coacción.

Los socialistas, en su afán de construir “sociedades equitativas” han pretendido regular la libertad individual a favor del poder estatal, representado en unos pocos funcionarios que asumen el papel de “semidioses” o más. Lo que el esclavo es a manos de su amo lo es el individuo a manos del estado realmente socialista. Con su desprecio por los intereses privados, por las iniciativas individuales que se transforman en progreso general, aniquilan los socialistas los procesos vitales que sirven de fundamento a la civilización humana, trayendo por ende, el colapso social.

No es una exageración afirmar que en Venezuela, durante mucho tiempo, muchos de los peores hombres de nuestra sociedad han ocupado altos cargos del poder político, pero buscar aquí exclusivamente las causas de nuestra tragedia sin ir más allá, sería muy simplista. Nuestras distorsiones sociales han estado relacionadas en mayor medida al modelo de gobierno que a los gobernantes mismos.

El último capítulo de la total ausencia de valores o códigos éticos y morales, los ha dado la cúpula que en Venezuela usurpa el poder, quienes ante la mirada del mundo, quemaron tres gandolas cargadas con alimentos y presumiblemente con medicinas que tanto urgen a muchos venezolanos , cuyas vidas dependen de ello. Pero como lo de ellos no es conformarse con hacer daño sino que su fin es el daño supremo a gran escala, asesinaron e hirieron a una cantidad considerable de venezolanos, siendo más feroces en Santa Elena de Uairen, zona fronteriza de Venezuela con Brasil.

Este genocidio continuado que vienen ejerciendo los socialistas en Venezuela, demuestra que tan nefasta ideología siniestra y perversa, con el paso del tiempo, en lugar de perder virulencia, la acumula. Aún están frescos los recuerdos del delirio camboyano durante el régimen genocida de Pol Pot y los Jemeres Rojos, donde cerca de un tercio de la población fue exterminada sistemáticamente, con preferencia de los adultos alfabetizados para dar lugar así, al “advenimiento del hombre nuevo”.

Los venezolanos debemos entender, sin reservas ni ambigüedades, que si Maduro es el Apocalipsis, se debe sólo al hecho de que Chávez ha sido el Génesis (de la destrucción). Ni siquiera el señor Presidente Encargado de Venezuela, al cuál en este momento, una abrumadora mayoría venezolanos (incluyéndome), tenemos en muy alta estima por haber logrado levantar a los ciudadanos de la desesperanza en la que la Nación estaba inmersa, tiene derecho a través de una red social, a intentar falsear esta verdad en este punto. Maduro es consecuencia; Chávez es causa, y ambos, cada uno a su manera, han jugado su papel de manera trascendental en la barbarie que actualmente azota a Venezuela. El primero es la fiebre, el otro la infección. Por favor, no confundamos a las nuevas generaciones, para así evitar que en un futuro, tengan nuestros hijos y nietos que enfrentar nuevamente ésta tragedia. Debemos advertirles de forma enfática y responsable, sobre las ineluctables consecuencias del socialismo, el incorregible liberticida.

En contraposición, allí donde la economía de mercado y la civilización basada en los derechos naturales ha funcionado de verdad, ha conducido a conquistas gigantescas en el dominio de la libertad política y la libertad intelectual, porque el capitalismo es un asunto reducido únicamente a la producción bienes y servicios; lo básico que contiene este maravilloso sistema es, en esencia, la libertad del hombre en correspondencia con la libertad de sus semejantes.

Esto plantea una pregunta muy interesante ¿qué ocurre si desaparece el modo de producción? ¿Qué ocurre con los valores que sustentan a la sociedad abierta y civilizada? Con sólo observar lo que los socialistas han hecho en Venezuela, por execelencia, uno de los países más prósperos del continente, se obtiene una contundente e irrefutable respuesta.


José Daniel Montenegro Vidal es Coordinador para la democracia de la Fundación Educando País.

Email: josedanielmontenegro39@gmail.com