El extraño caso de este aventurero chino también avivó las protestas en Nicaragua

El extraño caso de este aventurero chino también avivó las protestas en Nicaragua

Wang Jing se comprometió a poner los 2.000 millones de dólares iniciales para el canal / SNN: CPerez

 

Wang Jing, de 45 años, es uno de los hombres más ricos de China. Amasó una fortuna gracias a su teleco Xinwei. No obstante, también es conocido por liderar el Canal Interoceánico de Nicaragua, un proyecto de 50.000 millones de dólares que el presidente Daniel Ortega le entregó en 2013 y del que no se sabe nada. Cinco años han pasado y ni una excavadora se ha puesto a trabajar. Y eso también caldeó los ánimos contra el mandatario en la crisis que estalló el pasado abril, publica Al Navío.

Por Daniel Gómez (ALN)





El presidente Daniel Ortega quiso convertir a Nicaragua en la economía más próspera de Latinoamérica. Lo haría gracias a una obra con la que pretendía dejar atrás al mismísimo Canal de Panamá. Era el Canal Interoceánico que entregó en 2013 en una concesión por 100 años al empresario Wang Jing, definido como “un aventurero chino” por el expresidente nicargüense y escritor, Sergio Ramírez.

El Gobierno de Managua promocionó el canal por todo lo alto. “La obra de infraestructura más importante de América Latina”, como la bautizaron, estaría lista en 2030, y partiría desde el Pacífico hasta el mar Caribe a través de un canal de 278 kilómetros de longitud y 270 kilómetros cuadrados de superficie.

Todos los grandes portacontenedores navegarían por esa ruta. La ruta dispararía la economía nicaragüense a ritmo de 10% anual. La ruta daría trabajo a todos. Reduciría la pobreza al mínimo y situaría a Nicaragua a la vanguardia mundial. Con todo eso soñaban Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo.

Para poner en marcha el canal, el Gobierno requería una suma por entonces cuatro veces superior al Producto Interior Bruto: 50.000 millones de dólares.

El empresario chino prometió lograr ese dinero. Él pondría una parte (2.000 millones de dólares), y el resto de la financiación llegaría de la mano de inversores internacionales. “Ya cuento con ellos”, dijo en diciembre de 2014, cuando viajó a Nicaragua para inaugurar las obras.

Esa inauguración fue un acto simbólico. Ni entonces ni hoy, el Gobierno nicaragüense ha movido un dedo para iniciar el proyecto. En las costas del Pacífico y del Caribe no hay una sola excavadora. Allí, pescadores y bañistas pasan las horas como si con ellos no fuera la cosa.

Como si con él no fuera la cosa también actúa Ortega, quien lleva desde 2014 sin hablar del canal, pero manteniendo al mismo tiempo su concesión. Eso despertó la furia de movimientos campesinos que se oponían al proyecto desde sus inicios, pues la ejecución conllevaba la expropiación de tierras.

De hecho, estos mismos campesinos siguen recriminándole al Gobierno esta actuación. Muchos “líderes anticanal”, como se definen, han participado de forma activa en las protestas en Nicaragua en los últimos cuatro meses, informó el diario La Prensa. Protestas, ya venidas a menos, que han dejado al menos 448 muertos, la mayoría de ellos a manos de paramilitares y afines a Ortega, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos.

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