Rafael Quiroz Serrano: Precios de la gasolina

Rafael Quiroz Serrano: Precios de la gasolina

La Venezuela rentística-petrolera del siglo XX dejó en la mentalidad del venezolano ciertos vestigios culturales que se manifiestan en la forma de pensar y de concebir la figura del Estado paternalista, y de aquel Estado propietario de la industria petrolera que todo lo puede, subsidia, regala y convierte en fiesta y derroche.

En este país tropical, como en muchos otros, lo que a nadie le cuesta a nadie le duele, o dicho en la jerga popular “Lo que a nadie le cuesta hagámoslo fiesta”. El vil precio que en este país aun se cobra por la venta de la gasolina, no tiene parangón alguno ni en ningún lugar del mundo ni en la historia de los hidrocarburos. Por consiguiente, el alcance del tema nos obliga a adentrarnos en algunas consideraciones insoslayables que deben ser tratadas con seriedad, ponderación y objetividad; porque lo que sí no debemos hacer, es evadir la discusión para seguir difiriendo una decisión que ya se hace tan imperativa como impostergable.

Costos de la gasolina. 





El negocio de la gasolina en el país es a todas luces negativo para PDVSA en el ámbito financiero, sobre todo si tomamos en cuenta la actual carga de endeudamiento consolidado que tiene nuestra empresa matriz, la cual supera los 85 mil millones de dólares. De todos es sabido que hay una enorme brecha existente entre el costo de producción y el valor de venta al público. Esto queda evidente al observar los eslabones de la cadena que compone la estructura de costos de la gasolina, y donde nos encontramos con las siguientes fases: producción del barril a boca de pozo, pago de la regalía, transporte inicial, manufactura, refinación, transporte intermedio, depósito en vertederos, transporte final, almacenamiento en tanques subterráneos y expendio en las estaciones de servicio.

Al determinar el valor respectivo de cada una de estas fases, se considera la valoración del crudo insumido a costo de su producción y esto deriva en un altísimo costo promedio, imposible de calcular en estos tiempos de hiperinflación desatada e incontrolada; solo se llega a la conclusión de que existe una exorbitante brecha entre el costo de producción y el valor de venta al público.  

Diariamente Pdvsa paga el equivalente a 600.000 dólares en ganancias para las 1.798 estaciones de servicio, y le cuesta algo más de cinco mil millones de dólares anuales solo la producción de los 457 mil barriles diarios (mb/d), que se consumen de gasolina, diesel y gas, en el mercado interno; mientras que el cada día más creciente costo de oportunidad, esto es lo que Pdvsa deja de percibir por no vender esa misma gasolina en los mercados internacionales a precios no subsidiados, sobrepasa los 22 mil millones de dólares anuales.

Estos montos abismales dan cuenta del subsidio implícito, y de la magnitud del desangre financiero de la empresa matriz en función del precio de venta del combustible, y que nos sigue colocando como el país con la gasolina más barata del mundo.

Efectos maléficos 

Lo anterior es lo que propicia, entre otras cosas, el uso irracional de la gasolina y la propensión mayor al consumo, de allí que hasta hace 3 años en Venezuela el aumento en el consumo de la gasolina era mayor que el incremento poblacional, lo que representaba un consumo de 300 litros mensuales por vehículo, mientras que en Estados Unidos de América (EUA) era de 180 litros; además de estimular el contrabando de extracción (con la anuencia de la Guardia Nacional) y crear distorsiones en los patronos de consumo energético vehicular, pues 2 millones de vehículos usan incorrectamente la gasolina de mayor octanaje.

Estos son algunos de los efectos maléficos, aun sin tomar en cuenta todo lo que significa el impacto sobre el clima y el medio ambiente, y la emisión de gases de invernadero, que producen los combustibles de origen fósil. Aquí debe de afirmarse que la gasolina que se consume en Venezuela es altamente tóxica, pues entre un 5% y 10% de cada litro de la mezcla de gasolina que se consume es Metil-Ter-Butil-Eter (MTBE): se trata de un liquido incoloro e insípido, que afecta el sistema nervioso, y aun cuando aumenta el octanaje y hace más eficiente la gasolina, es altamente tóxico, cancerígeno y afecta el sistema endocrinológico, según la opinión médica.

¿Quiénes se benefician?

Desde luego, no hay duda que el subsidio implícito de la gasolina tiene carácter generalizado, al beneficiar directamente a los consumidores que acuden a las estaciones de servicio, e indirectamente a la población que se beneficia por su incidencia en la estructura tarifaria del transporte público. Sin embargo, contradictoriamente al propagandístico y cacareado espíritu socialista del Gobierno, cuando se habla de vehículos particulares, los principales beneficiarios directos son los sectores de mayores ingresos, dado que los mismos concentran 77% de los vehículos que integran el parque automotor de 5 millones de vehículos; y como consecuencia de ello, el 75% de las familias venezolanas no poseen vehículo.

Por otra parte, el volumen de consumo de combustible de los vehículos particulares es de 57,5% con respecto a 42,5% del resto de los vehículos de transporte público y comercial. También hay que señalar que según el Índice de Precios al Consumidor (IPC) sólo 3,7% de los hogares que perciben un salario mínimo poseen un vehículo, y este porcentaje sube a 10,7% cuando se agrupan los hogares que perciben hasta dos salarios mínimos. 

Lo anterior demuestra el carácter regresivo del subsidio implícito de la gasolina, debido a que los hogares de mayores recursos son los que más se benefician de forma directa del mismo, principalmente cuando se vincula al uso de los vehículos particulares. “Son las contradicciones del sistema”, diría el viejo Marx. El aumento del precio de la gasolina, hoy por hoy, se hace imperativo e inaplazable, y aquí no hay discusión, pues en la medida en que no se reajuste se estará reafirmando la perversa conducta del profundo mal que ha venido corroyendo nuestra vida económica por más de 100 años.

Cómo debe hacerse el incremento

Sin duda que el incremento al precio de la gasolina debe hacerse por sectores y en forma gradual y escalonada, y obedeciendo a un cronograma, para que el impacto en el bolsillo del venezolano sea lo más leve posible. Tal ajuste del precio hacia arriba debería iniciarse por el sector de vehículos particulares y oficiales, seguido por el de transporte público o pasajeros y finalizando por el de carga. Este incremento gradual y escalonado debe ser del 10% cada mes (acumulativo), durante diez meses, hasta alcanzar así el precio meta de aumento, que se haya trazado.     

El Carnet de la Patria

Pero lo que si resulta incomprensible, innecesario y antipático, es que el gobierno pretenda exigir el Carnet de la Patria, o algo similar, para otorgar el subsidio de la gasolina, bajo el falso argumento de que se trata de censar el parque automotor. Todos los vehículos están censados a través del Certificado de Circulación de vehículos que controla el Instituto Nacional de Transporte Terrestre, al menos que en 20 años no hayan logrado siquiera inventariar algo tan elemental y práctico como el parque automotor. Esa política de querer jugar con la dignidad y la necesidad de las personas, a los efectos de querer renovar una nueva versión de la odiosa Lista Tascón, que causa más repulsión que simpatías, es sin duda una política de exclusión y segregación, lo cual es incompatible con la prédica oficialista de un gobierno que habla de inclusión y participación de todos. Se trata de la doble moral, donde lo que se dice y lo que se hace van por caminos diferentes. Definitivamente, este es un gobierno que naufraga en un mar de profundas contradicciones.