A sangre fría, por Luis Velázquez Alvaray

A sangre fría, por Luis Velázquez Alvaray

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El gran escritor estadounidense Truman Capote escribió en 1966 bajo este título, una maravillosa crónica que permanece en la memoria colectiva. Mezcla de realidad y ficción.

Si el escritor viviera y se informara sobre Venezuela, desecharía lo quimerico para narrar los atentados que bajo la batuta de un Estado omnipotente, se practican en forma rutinaria.





Los paramilitares del régimen llenan de sangre las calles del país. Incuso, ya ni los más apartados lugares se salvan de las tropas rojas, denominadas “colectivos”, que despachan con un tiro de gracia a quien se le opone. Las brigadas monstruosas organizadas pueden estar en Caracas, pero mañana amanecen en el municipio Junín en Rubio por ejemplo, estado Táchira.

El gran capo, es el ex jefe del grupo Zeta, que tiene décadas asesinando ,ya sea como alcalde, como comisionado, o vaya usted a saber que chapa le incrustan a cada momento, para que siga llenando de sangre su vestimenta de malandro repotenciado.

Es triste el recuerdo sobre las estelas sangrientas que dejó el grupo Zeta, cuyo jefe era el hoy emperador del crimen en el país. Un día pasó por la UCV y ordenó el asesinato de una estudiante de trabajo social, Evelinda, cuyo acto cruel quedo impune como todos los que comete a diario desde las fortalezas del poder.

Luego de sus matanzas, el asesino y sus sicarios se pasean por las calles con armas de gran potencia, para demostrar su ferocidad.

A sangre fría, ya no se oculta ante nadie este personaje complejo como los estructurados por Capote, combinación de sadismo y crueldad, barbarismo e injusticia, apoyado y guapetón, rodeado de cibilinos, “que creen en la horca, con tal de no ser ellos los ahorcados”.

A sangre fría, este jefe del temeroso grupo zeta, ahora con todo el gobierno en sus manos, estructuró una banda delincuencial formada por antiguos integrantes del pranato, de todas las cárceles y delincuentes del 23 de enero, la pastora, el bloque 11 de lomas de Urdaneta y Pinto Salinas, repartidos en el país con su estela de muerte. A finales de la semana pasada, llegaron a Rubio exhibiendo su cultura paramilitar, su instinto criminal y su caminar malandro, con todos los recursos bélicos que el Estado Venezolano les proporciona a rienda suelta.

A sangre fría, asesinaron al Ganadero Tarazona, después de conversar con el capo, quien dio la orden del tiro certero, con precisión de relojero. Volvieron las mismas explicaciones aprendidas de los zetas: fue un enfrentamiento, donde solo hubo una víctima y misión cumplida. Años de trabajo, familia desamparada y luto para todo un pueblo. Fue parte de la cuota que el jefe exige a sus pillos diariamente en sus arengas cerca del gran cuartel de la montaña: “quiero sangre enemiga todos los días”. Cúmplase, grita la tropa.

A sangre fría, por venganza, desde que fue destituido de la policía metropolitana, por tráfico de armas y estupefacientes, ahora premiado para matar como comisario general del Sebin.

ATENCIÓN: EL GRAN JEFE MONTA OPERATIVO EN EL HELICOIDE CONTRA LOS PRESOS POLITICOS

Lo confiesan agentes de este órgano policial. El gran jefe paramilitar ordena preparar la operación “bolsas verdes”, que consiste en presentar estas con revólveres y bombas, drogas y panfletos, para decir que estos luchadores estaban en posesión de ellas. Alerta, eso está planificado y puede suceder en cualquier momento. Son los planes criminales de este monstruo reencarnado en el SEBIN.