El elemento sorpresa en las elecciones presidenciales de Venezuela 2018: Algunas claves, por @MichVielleville

El elemento sorpresa en las elecciones presidenciales de Venezuela 2018: Algunas claves, por @MichVielleville

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En las últimas semanas una idea se ha insertado con mayor fuerza en la opinión pública, la cual estima que el éxito que pueda tener la Unidad sea proporcional a la capacidad para manejar la complejidad de un entorno hostil, y definir por consenso una estrategia sólida que finalmente pueda hacer frente al régimen y a sus marrullerías.





Una evaluación del entorno político y los recientes acontecimientos revela el grado de dificultades y agudas tensiones, resultantes de la aplicación de una estrategia gubernamental que tiene la pretensión de incrementar los niveles de abstencionismo, mediante el adelanto a conveniencia de las elecciones presidenciales con la inhabilitación de candidatos, la ilegalización de organizaciones políticas y el uso ventajoso de los recursos en el inicio de la campaña para mostrar una imagen de aparente “fortaleza” y “superioridad”.

En este marco, las condiciones del sistema político venezolano están demandando de las organizaciones con fines políticos, partidarias de los verdaderos ideales democráticos, la capacidad para actuar estratégicamente; algo que pareciera quedar todavía reducido por las dificultades que existen para unificar criterios, a partir de donde comienza a generar mayor simpatía y expectativa “los elementos sorpresa”.

Ciertamente, para el común este camino genera cierta desconfianza y la respuesta habitual es el distanciamiento, pues, se interpreta como una salida fácil que reduce el éxito (o el fracaso) a los dictámenes de la fortuna o el destino, separándose de lo racional y de la acción planificada, que se apoya en el cálculo. No obstante, se puede demostrar como esta percepción del “elemento sorpresa” es absolutamente equivocada. De hecho, es un factor que se haya precedido de un sagaz ejercicio de cálculo, de razonamiento y de tratamiento de la información profundo, convirtiéndose en uno de los elementos que ha desempeñado (y sigue desempeñando) un papel definitivo en la determinación de la victoria o la derrota definitiva, en el manejo de situaciones verdaderamente complejas.

Desde el punto de vista estratégico, la sorpresa se manifiesta como un tipo de acción cuya principal cualidad se encuentra en la habilidad para operar en una situación intrincada, mediante respuestas contundentes que no pueden enfrentar ningún tipo de resistencia del adversario, precisamente por convertirse en un movimiento expedito y envolvente que no da pie al contrario, para tener alguna certeza de su aplicación mediante un cálculo previo.

En el campo de la batalla política existe una diferencia absoluta entre la acción sorpresiva y la defensiva.  Así, mientras que la primera plantea la posibilidad de desconcertar psicológicamente al adversario mediante la velocidad, y el discernimiento y aprovechamiento del sentido de la oportunidad; por el contrario, una estrategia defensiva en el campo político muestra a un candidato iniciando el ataque movido por la desesperación y la incertidumbre; lo cual es interpretado negativamente, si consideramos que con ello deja al descubierto sus objetivos últimos y limita sus oportunidades.

En razón de lo anterior es que los estrategas recomiendan descubrir el poder que yace en la capacidad de contención, como una herramienta a partir de donde se permite que el adversario golpeé primero, dejando al descubierto sus debilidades, su impaciencia y su agresividad, con el propósito de condicionar después sus ataques hasta un punto en el cual puedan ser percibidos en una situación de absoluto agotamiento.  Necesariamente, si se adquiere la habilidad para aprender a contenerse y esperar el sentido de la oportunidad, entonces, es muy probable que un movimiento inesperado logre sus objetivos, transformando en una fortaleza aquello que inicialmente parecía ser una debilidad.

Una mirada al juego de poder en el sistema político venezolano mostrará en el tablero al Gobierno ya en una posición defensiva, sin precedentes y desgastándose aceleradamente. Lo cual coloca a esta “fuerza política” en una situación de desventaja, mostrando el nivel de desesperación y su conducta autoritaria, que cada vez le resta mayor credibilidad a lo interno y en la comunidad internacional. Mientras que, por otro lado, la MUD se caracterizará por estar en el tan famoso punto de contención, una posición peligrosa y privilegiada a la vez, fundamentalmente porque puede recuperar o perderlo todo.

La falta de definición de un candidato a esta altura del partido todavía puede plantear una oportunidad, para aprovechar la receptividad  y disposición a la sorpresa del pueblo venezolano que está muy descontento con el Gobierno, y también con un sector importante del movimiento de la Unidad. Sin lugar a dudas, el nivel de abstencionismo, y la desmoralización del electorado pareciera depender de la definición de un candidato por consenso que pueda proyectar una imagen con alto impacto en los sectores que todavía no se sienten lo suficientemente representados.

Esto significa que el elemento sorpresa deberá considerar la aparición de una figura desligada de la forma tradicional de hacer política, y que tendrá que reflejar una imagen renovada del modelo democrático al cual todos aspiramos implantar. Esto indica entonces que la táctica de la MUD deberá ser rauda y envolvente, con un traslado de las piezas claves en forma sorpresiva, aprovechando y transformando las tensiones temporales.

Muchos dicen que para obtener resultados diferentes, hace falta hacer cosas diferentes. El pueblo de Venezuela todavía tiene muchas expectativas, que de ahora en adelante parecerán depender de la capacidad que tenga la dirigencia de sorprender a su propio electorado. Definitivamente, siempre que exista una estrategia política definida y se disciernan los tiempos de su aplicación, entonces las probabilidades de éxito serán mayores.