Verdades sobre la vida contemporánea que nadie quiere admitir

Verdades sobre la vida contemporánea que nadie quiere admitir

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Aparentemente, esta es una de las etapas de la historia del hombre en que se tiene más prosperidad. Como ejemplo, es el periodo en que más esperanza de vida hay, recordemos que hace solo 100 años las personas morían recurrentemente antes de los 50 años.





También, aunque ahora con la Era de Trump se exhibe un retroceso, sí, como nunca es mal visto el racismo (en los años 40 ningún afroamericano podía siquiera sentarse con los blancos en Estados Unidos).

Gozamos de mayor tecnología, las mujeres comparten cada vez más espacios profesionales (aunque aún hay mucho por hacer), y un largo etcétera. Sin embargo, también esta es la época en que mayor desconexión con la naturaleza hemos tenido, se tiene una dependencia considerable a los depresivos en los países desarrollados, muchas parejas ya no desean tener hijos (por responsabilidad o desencanto) y más y más factores que nos llevan a preguntarnos por qué el “desarrollo” quizá no nos esté haciendo más plenos.

Hay qué recordar también, que por primera vez en la historia (y en gran parte propulsado por la publicidad) creemos que la vida puede ser prosperidad pura, y así lo mostramos en las redes sociales con ahínco, pero, recordemos, ¿Quién dijo que una vida plena no podía esta colmada de altibajos?

A continuación, presentamos 7 verdades contemporáneas que nadie quiere aceptar, quizá por esta perfección que buscamos, pero quizá que raya en la negación enfermiza:

1.- Nos sentimos solos

Como nunca en la historia reciente, los pilares a los que nos afianzábamos como sociedad, y que nos daban seguridad, se han desvanecido. El Estado se ha hecho pequeño para que la Mano Invisible del mercado haga su justicia, lo malo es que la Mano Invisible del mercado no nos proveerá de educación, ni de salud, o de cultura gratuitamente. A esta incertidumbre sumamos el que las condiciones laborales son cada vez más precarias; contrataciones por outsourcing, inexistencia de prestaciones; si a esto añadimos el que cada vez somos más egoístas y huimos de las relaciones a la primera, el resultado es un ser que no tiene muy poco en qué apoyarse, al menos en lo que respecta a lo mundano.

2.- Queremos ser famosos

3 diferentes estudios retomados por The Guardian, muestran que los niños de estas generaciones, simplemente quieren ser famosos cuando sean grandes. El aparato mediático ha creado tal aspiración, la mayoría piensa que será feliz cuando consiga la admiración del mundo entero. No cuando consiga mejorar su oficio, o aportar algo al mundo, o conocerse a sí mismo, o aprender a estar más presente, no, la felicidad la estamos depositando, ilusoriamente, en el ego hinchado por el reconocimiento de los otros. ¿Cuándo vivir para el ego ha dado felicidad, si el ego quiere siempre más ego?

3.- Necesitamos a Dios

Sea como se le llame, divinidad, o destino, misticismo, magia, metafísica. El hombre por sí mismo se encuentra en un sin sentido, que, en el mejor de los casos, solo se convertirá en nihilismo.

4.- Sexo no es sinónimo ni de éxito ni de amor

Los seres humanos somos gregarios, y a menos que seas un monje zen apartado del mundo, inmerso en una sociedad, necesitarás del afecto verdadero de los otros. Si tus relaciones afectivas están basadas solamente en sexo, esto no se traducirá, jamás, ni en éxito verdadero (las personas no son trofeos conseguidos por acostarte con ellas), ni en amor. En algún momento tendrás que voltear a ver a esa persona con la que te acostarás como un ser humano, si es que no quieres perseguir solo trofeos toda tu vida, y encontrar afecto real de parte de una especial persona hacia ti.

5.- Somos adictos a nosotros mismos

Publicamos algo en las redes sociales y, definitivamente no, no podemos dejar de revisar el efecto que creó nuestra publicación. Pensamos tanto en el yo, que no nos damos tiempo para que ese yo pase más tiempo de calidad tejiendo relaciones verdaderamente significativas; lugar, donde por cierto, podrá ser verdaderamente el yo más cercano a lo verdadero.


6.- Sentimos que somos los únicos con ratos infelices (y por eso no nos atrevemos a mostrarlo)

Como no es moda mostrar el lado débil de uno, entonces, por ningún motivo, puedes quebrarte ante nadie, ni hablar con alguien de lo jodido de tu día. Pareciera que esta época se trata de mostrar lo feliz que eres, cuando, ¿quién dijo que las personas que al final de su vida se dieron cuenta de que fueron felices, no pasaron por malas rachas?.