Ventas de empanadas se van a pique por desabastecimiento en El Tigre

Ventas de empanadas se van a pique por desabastecimiento en El Tigre

(foto David Nogales)
(foto David Nogales)

Con las uñas, literalmente, trabajan las vendedoras de empanadas en El Tigre ante la escasez de materia prima (harina de maíz) y otros alimentos claves para la preparación de esta comida oriental. Así lo reseña eltiempo.com.veMarinelid Marcano

Aurimar Salazar, empleada de un puesto en la avenida Libertador, precisó que antes gastaban entre seis y siete paquetes de harina precocida en un día. Ahora amasan lo poco que hallan.

“Se hace lo que se consiga, porque no está fácil comprar la harina. Aquí trabajamos medio día nada más y a veces hasta nos quedan empanadas, porque las ventas han bajado”.





Indicó que trata de mantener el precio de Bs 180, pero estima que con el nuevo incremento deberán ajustarlo.
Salazar acotó que dejaron de hacer empanadas de queso cuando el kilo del lácteo llegó a Bs 3.100.

Andrés Villarroel, dueño de uno de los puestos de empanadas más antiguos que están al frente del hospital Guevara Rojas, destacó que no le queda otra opción que comprar la harina a precio de “bachaquero”.

Puntualizó que hasta 26 mil bolívares ha pagado por una paca de harina precocida, cuando eso no debería costar ni Bs 500.

“De esto vivo y de esto mantengo a mi familia, además tengo tres empleadas, así que debo pagar lo que sea por la materia prima”.

Dijo que aunque muchos vendedores han dejado de hacer pastelitos, trata de mantener esa opción. Pero reconoce que las ventas han decaído, porque los consumidores no compran como antes.

En su caso también limitaron la venta de empanadas de queso. Sólo lo usa cuando prepara las de pabellón, que están en Bs 300.

Luis Alfonzo contó que todos los días desayunaba dos empanadas para irse a su trabajo, pero ahora se limita a una o dos por semana.

“Ya el bolsillo no da y entiendo que si los salarios suben todo sube. Pero como está la situación, ahorita es un lujo desayunar fuera de la casa.

Cada vez menos

Antonia Sifontes tiene 25 años como empanadera y afirmó que nunca había pasado una situación tan difícil. “Todos sabemos cómo está el país. Trabajo con lo poco que consigo. Ya no se vende como antes, a veces son las 11:00 am y las empanadas se me quedan frías”.

Explicó que dejó de preparar los pastelitos y arepas dulces que también ofrecía a los clientes porque no le resulta.
“Conseguir la harina de trigo cuesta, al igual que el azúcar y la misma harina de maíz. Por eso me ayudo con la masa de maíz que venden en la calle”.

La expendedora Sonia Orta se ayuda con la masa de maíz pilado para poder hacer las empanadas, aunque admite que así consume más aceite, que también está escaso.