La derrota de los inteligentes Por Edgardo Ricciuti de @VFutura

La derrota de los inteligentes Por Edgardo Ricciuti de @VFutura

thumbnailEdgardoRicciutiLa estrategia de smart and soft power  adoptada por la administración Obama ha ido evidenciando sus limitaciones. Según el soft power de Joseph Nye junior, el encanto del poder cultural y económico de Estados Unidos debía ser la clave para expandir sus intereses nacionales en el extranjero para  aumentar su área de influencia política y económica. Este instrumento para el logro de objetivos geopolíticos es la contraparte del hard power, es decir, la utilización de medios militares reales y efectivos. Hace alrededor de una década, al soft power de Nye se le ha unido elsmart power, que le adiciona a los instrumentos económico y cultural la necesidad de un aumento exponencial del arte diplomático y de instrumentos legales para el logro de objetivos geopolíticos.

Si bien no existen soluciones mágicas para los conflictos en el ámbito de la política internacional, ya en el año 2007, en un artículo titulado “Los Estados Unidos y sus verdaderos conflictos”, de la revista Petróleo YV, expuse las limitaciones de una estrategia  exclusivamente circunscrita al soft power. No presentaré los casos de múltiples reveses de la administración Obama como prueba de ello; más bien nos ocuparemos puntualmente del último de los acontecimientos que evidencia la flacidez de la política exterior de los EEUU, en su afán de insistir con esta estrategia: la intervención militar de Putin en Siria, en la que se hace un óptimo uso de los recursos clásicos (diplomático y militar) para alcanzar sus objetivos.

La demostración de que el soft power no es en sí pernicioso, sino que debe ser visto como una parte integrante de una estrategia global, está en la preparación diplomática que Putin tejió con El Cairo, con Ankara y con Jerusalén antes de actuar militarmente. Posteriormente siguió en esta tarea diplomática, presionando a Obama para que reconociera la importancia de Rusia en la lucha contra el terrorismo.





El bombardeo de las posiciones terroristas enemigas de Damasco, por parte de Rusia, es paralelo a un incremento de su flota de guerra en el Mediterráneo oriental, donde  el control de la costa siria y de sus puertos es de vital importancia geoestratégica.

El objetivo de Rusia es mantener el control de Damasco, evitando que caiga bajo el control de ISIS o de los rebeldes apoyados por los EEUU (llamados “democráticos”). De hecho, los ataques aéreos rusos están golpeando, al mismo tiempo, a ambos bandos, a pesar de las protestas de Washington y sus aliados europeos.

Ante la laxitud y timidez estadounidenses, Moscú se mueve con determinación y audacia. Ya en varias ocasiones Putin ha dicho tajantemente que a los terroristas hay que combatirlos en sus territorios, antes de que invadan los propios haciendo más difícil y gravosa su eliminación.

Está más que claro que la vieja y caduca estrategia de Washington de armar rebeldes -que posteriormente se convierten en enemigos-, junto a la estrategia “pastoral” de Obama, ni intimidan ni paralizan a Moscú en sus pretensiones de reposicionamiento geopolítico.

Seguramente en el Kremlin se han evaluado los riesgos de una escalation militar en territorio sirio, de ahí sus repetidas declaraciones de que sus hombres de infantería no serán utilizados en el conflicto en tierra. Putin no puede permitirse el riesgo de un nuevo Afganistán, y aunque en este contexto las condiciones a su favor sean mejores por el hecho de poder contar con el apoyo de Irán y de Hezbollah, en sentido militar -a nivel táctico- en tierra, debe considerar que debe lidiar con el peligro de que su país se convierta en blanco de atentados terroristas.

El subjefe del estado mayor del ejército ruso, Andrei Kartapolov, ha hecho saber que alrededor de  600 militantes de ISIS han abandonado sus posiciones desde el inicio de los bombardeos. Muy probablemente -indicó- el destino de estos fugitivos sea Europa, aunque no descarta que puedan intentar infiltrarse en territorio ruso.

No obstante este riesgo calculado, y todas las presiones internacionales por un cese a los raidsaéreos, las acciones del Kremlin evidencian que Rusia tiene un objetivo muy preciso: el restablecimiento de su influencia en esa área, que tradicionalmente dominó desde la postguerra.

Mientras los EEUU desestabilizan regímenes que consideran hostiles, entrenando rebeldesboomerang (que se convertirán, a su vez, en enemigos, por lo que se necesitará de otros rebeldes entrenados que los enfrenten), Putin puede darse el lujo de abrir fuego cruzado contra cualquier irregular porque todos son enemigos de Damasco.