Realidad virtual para reservar hoteles

Realidad virtual para reservar hoteles

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A finales de 2014, las gafas de realidad virtual, RV, se vendían como un accesorio casi de lujo a los propietarios de algunos teléfonos inteligentes de alta gama. La irrupción del Cardboard de Google y luego otros sistemas que abarataron notablemente el coste de producción de estos «gadgets», sin mermar su calidad, hicieron que en 2023 las marcas se atrevieran, por fin, a poner este dispositivo entre los accesorios incluidos de serie, como los cascos o cargadores. Pero ya no se trata sólo de la realidad virtual que simulaba un entorno engañando a la vista o al oído. Ahora afecta al resto de los sentidos. En 2013, Nimesha Ranasinghe, de la Universidad de Singapur, desarrolló un electrodo que, mediante señales eléctricas y sutiles cambios de temperatura, era capaz de recrear sabores en la lengua. El mismo sistema se perfeccionó para estimular el olfato y gracias a electrodos colocados estratégicamente en la cinta que sostiene a las gafas de RV es posible recrear desde el tacto más basto de un acantilado hasta el roce más sutil del viento. LaRazon.es

Estos cambios hicieron que las grandes cadenas hoteleras desarrollaran programas de descarga para que los futuros visitantes pudieran sentir, en el significado literal de la palabra, cómo sería alojarse allí. En ese momento, la experiencia de reservar una habitación pasó a convertirse en parte del viaje en sí mismo, creando una industria alternativa que permitía paseos virtuales en los mejores hoteles del mundo como si se tratase de excursiones. Surgieron pequeñas casetas en las principales ciudades del globo que reemplazaron a la publicidad en revistas y televisión y eran utilizadas las 24 horas del día como cabinas de recreativos. Los museos y atracciones se hicieron eco de esta tecnología y vendían paquetes virtuales a precios muy asequibles para quienes no podían viajar a determinado destino. Los restaurantes se convirtieron en globales sin necesidad de manejar un volumen altísimo de producto, pero sí generando experiencias gastronómicas –olfativas, gustativas y hasta táctiles– que llegaban a cualquier lugar del globo. En segundos.





Al principio hubo algunos que aprovecharon la RV para engañar sobre las prestaciones ofrecidas, aumentando la calidad de los servicios ofrecidos o directamente inventándolos. Pero bastaba una simple visión a los programas de Google Earth, Google Street y, el más reciente Google Experience, para identificar los fraudes. Del mismo modo que un coche recorre las calles de las ciudades para retratar el mundo de Google Street, cada vídeo filmado en las últimas 24 horas y subido a la red era registrado por un programa de reconocimiento de imágenes, se borraban los rostros reconocibles y Google Experience los convertía en una visión 360º de cualquier rincón del planeta. Eso aseguraba la fiabilidad del sistema de realidad virtual a la hora de hacer una reserva. Y por ello se convirtió en un sistema tan difundido y confiable.