Luis Manuel Aguana: AN, el ingrediente secreto de la institucionalidad

Luis Manuel Aguana: AN, el ingrediente secreto de la institucionalidad

thumbnailluismanuelaguanaComencé mis notas del año 2012 con el tema de la Institucionalidad (ver La Institucionalidad: ¿cómo se come eso? ) en ocasión de las ofertas electorales de los precandidatos de la oposición que participarían en las primarias que ocurrirían pocas semanas después para la elección del candidato de la MUD al 7-O/2012. Y lo hice porque me llamó mucho la atención el lamentable discurso de algunos de ellos, particularmente los de los partidos tradicionales, en las ofertas que hacían a los electores.

Y en el 2015 siento que es importante, ahora más que nunca, comprender a cabalidad lo que significa la reconstrucción institucional de la Asamblea Nacional, ahora que empezamos a ver candidatos a diputados prometiendo cosas que no tienen nada que ver con los puestos a los cuales aspiran, sin comprender bien el rol que estos deberían jugar en una institución como esa.

De acuerdo a Juan Ignacio Jiménez la responsabilidad del Congreso (Asamblea Nacional en nuestro caso) va más allá del conocido asunto de las leyes. Su verdadero papel es el control del Poder del Ejecutivo: “En su concepción teórico-empírica más connotada, el Congreso representa al pueblo; el Ejecutivo es su fideicomisario y, como tal, sujeto a la rendición de cuentas por su gestión; todos los demás aditamentos que se añadan a la labor del Congreso son casuísticos y circunstanciales, por más que algunos a fuer de repetidos, parezcan haber alcanzado el rango de consustanciales. El primero de estos rasgos es el poder de legislar. Dar leyes no es atributo indeclinable del Congreso, por más que, a fuerza de darlas haya venido a llamársele Poder Legislativo. Nada obsta al análisis que el poder de legislar se entregue al gobierno como parte del paquete en fideicomiso, y prueba de ello es que la función de dar normas de carácter reglamentario se considera casi universalmente función de Gobierno…”. (1) De esto último tenemos un rollo larguísimo en Venezuela…





Entonces, si esto es así, los aspirantes opositores al legislativo no deberían enfocar sus campañas a ofrecer “sacar a Maduro”, o hacer ofertas que no están al cabo de poder cumplir, sino a decirnos cuales deberían ser las soluciones para controlar a los delincuentes que nos desgobiernan, si es que llegan a ser la mayoría como lo pregonan. Ese debería ser el enfoque, si tomamos al parlamento como el sitio donde está representado “el pueblo” y el lugar político por excelencia donde se deberían formular las políticas que corrijan u orienten la acción del gobierno.

El Ex Procurador General de la Republica, Jesús Petit Da Costa, profundo conocedor del Derecho, en un reciente artículo nos indica claramente que aunque llegaran a esa mayoría poco o nada podrían hacer con ella (ver Jesús Petit Da Costa, Salirse de la encerrona parlamentaria http://jesuspetitdacosta.blogspot.com/2015/06/salirse-de-la-encerrona-parlamentaria.html), al menos en eso que están equivocadamente ofreciendo a los venezolanos.

Entonces, mas allá de poder “hacer algo” para salir del rumbo al despeñadero al cual nos lleva el régimen, la cabal comprensión del rol que deberán jugar los actuales candidatos y futuros diputados opositores, no solo por parte de ellos mismos-que es bastante pedir- sino de aquellos que los elegimos, debe pasar por conocer la naturaleza de la institución de la estamos hablando y exigir lo que se necesita para que esta mejore sustantivamente.

El solo hecho de considerar a esa institución como un trofeo de caza que debe ser capturado, y que debería representar los intereses de todos los venezolanos, es decir al “pueblo”, pone a dudar si realmente se entiende realmente cual es su naturaleza. Y aunque se lograra esa mayoría, es natural poner en tela de juicio si las personas que lleguen a ejercer su conducción, lo hagan de manera cabal. Solo basta ver que aun teniendo una representación importante AHORA, poco o nada hemos obtenido los venezolanos de eso, ya sea por acción u omisión de sus integrantes.

Entonces, las Instituciones no son solo organismos muertos que se crean por una Constitución o una Gaceta Oficial, la cosa es mucho más complicada que esa. Es entender cabalmente que ellas son los instrumentos de los que dispone del Estado para ejercer la acción de gobernar. En palabras de Jiménez : “La acción de gobierno no es función administrativa, sino intrínsecamente política, en el sentido más vulgar del arte de lo posible y en el más técnico de asignación autoritaria de prioridades, de acuerdo a la captación por el gobernante de las demandas del grupo gobernado.”(1). Y en el caso de la Asamblea Nacional, esa asignación de prioridades debe forzar al Ejecutivo en una línea de dirección de acuerdo a las demandas de sus representados, “el pueblo”, ejerciendo cabalmente el rol que le corresponde.

Pero eso requiere de un ingrediente secreto (que en realidad no lo es tanto pero en la Venezuela actual podría considerársele como tal) que hace que todas las instituciones, incluyendo esa que se elegirá el 6D, haga lo que debe hacer, y que se explica muy bien en la reciente nota homenaje de Gustavo Coronel en ocasión del fallecimiento de Julio Cesar Arreaza, a los 92 años (Gustavo Coronel, Julio César Arreaza, 1924-2015 http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2015/03/julio-cesar-arreaza-1924-2015.html).

“Julio César no era un petrolero ni había tenido extensa experiencia gerencial pero era un hombre de mucho sentido común y de una honestidad a toda prueba”, nos explica Coronel. Y la función encargada a Arreaza por el Presidente de la nacionalización petrolera, de acuerdo al relato, era evitar que la empresa se contaminara de los apetitos políticos: “si ustedes reciben alguna vez una recomendación para emplear a alguien por conexiones políticas, hagan esto. Y tomó un papel, lo arrugó entre sus manos y lo botó en el cesto de la basura. El Dr. Arreaza sabe que ese es mi propósito y estará pendiente de que ello se haga así.”. Y si todos conocimos a la PDVSA de antes del pito de Hugo Chávez, sabemos que Julio César Arreaza cumplió cabalmente su tarea, por la que los venezolanos le debemos un reconocimiento póstumo por su honestidad y porque comprendió cabalmente la importancia de esa misión en esa institución clave de la nación, y la realizó con muchísimo éxito.

Las Instituciones se construyen con personas honestas, no es de otra manera. Y no solo de la honestidad moral sino ética y profesional. Ese es el ingrediente secreto que hace que no distorsionen su propósito. Sin él, cualquier esfuerzo que se haga se perderá, así sean las mejores mentes quienes lo hagan, porque solamente los honestos saben para que están allí-propósito-, y poseen la fuerza necesaria para encausar la labor por el camino correcto. La gran pregunta que entonces debemos hacernos los venezolanos es: ¿es ese en su mayoría el material por el que votaremos el 6D? Si la respuesta es negativa, no esperemos cambios significativos aunque tengan la mayoría. Pero si la respuesta es positiva, aunque sean minoría, tal vez veamos cambios importantes en el destino del país.

Y así sea que tengamos todos que convertirnos en el filósofo griego Diógenes de Sinope, buscando al hombre honesto con una linterna a plena luz del día, no nos quedará otra sino conseguirlas, si deseamos que las instituciones hagan lo que deben hacer cuando les toque hacerlo…

Caracas, 3 de Julio de 2015

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