Parece un cuento de ciencia ficción, pero el país que más invirtió en el último decenio para procurarse aliados en el continente, Venezuela, está aislada internacionalmente en una disputa con un vecino que pretende despojarla de 159.542 km2 de su territorio.
El vecino, por el contrario, -y hablamos de la República Cooperativa de Guyana- que no conoce muy bien el ámbito exterior, y mucho menos invierte en él, ya recibió el apoyo de los 53 países que integran la Commonwealth, de los 17 de la Caricom (en su mayoría excolonias británicas, afrodescendientes y de habla inglesa) y puede afirmarse que países “hermanos de Venezuela” como Cuba y Brasil, también defienden los intereses guyaneses.
Y los que deberían estar con Venezuela -si es que lo están- guardan silencio y nos referimos a radicales chavistas-maduristas como Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Argentina y Uruguay.
La gran pregunta es: ¿Por qué no se pronuncian ni siquiera los aliados más radicales de Maduro? ¿Acaso por que esperan una orden que nadie les da? ¿De quién? ¿De Maduro, de Raúl Castro o de los dos? ¿Y si Raúl Castro convenció a Maduro, o le dio la orden, de que entregue El Esequibo a los guyaneses?
Todo cabe en las respuestas a estas preguntas, porque el silencio -que es inactividad- también puede incluir la traición, y, como venezolano, soy de los que no duermen pensando cómo nos mutilan sin que el gobierno revolucionario se apiade de Venezuela.
Pero, es también haber arruinado al país invirtiendo en una alianza que, presuntamente, iría a destruir a los Estados Unidos, mientras Raúl y Fidel Castro -sus grandes inspiradores-, se convirtieron en los “nuevos mejores amigos” del Imperio y bailan al son que los toque Obama para defender los intereses de sus herederos que serán sus propios hijos.
Y de Guyana, una vieja aliada, a la cual quieren pagarle los favores recibidos desde la Caricom, destruyendo a Venezuela.
Viejos pillos estos hermanos Castro, quienes también le pagan a Obama… apoyando a Putin.