Alberto Franceschi: Es difícil decidir quién nos entierra mas

Alberto Franceschi: Es difícil decidir quién nos entierra mas

thumbnailalbertofranceschiYa empieza a ser común aceptar, como si fuesen sólidas las afirmaciones, supuestamente  llenas de contenidos reales,  aquellas consejas que  designan  y casi “adornan” nuestra identidad nacional, sobre que:  “los venezolanos” somos quienes tenemos  la culpa de padecer  este régimen del malandraje rojo, por ser cómplices, dicen unos, por ser tarados dicen otros, por  oportunistas irresponsables, por ser  corruptos y ladrones innatos,  y un largo etc.

Nuestra mayor calamidad histórica como nación sería aceptar esa ideología, como portadora de una realidad sustancial , por la sencilla razón que nos desmoraliza, corrompe y sobre todo genera un escepticismo definitivo sobre la vocación histórica de nuestra propia identidad nacional,  asumiendo las peores consecuencias:  la de hacer de nosotros una simple polvareda humana y acatar que seamos solo una horda, sin la menor cohesión y donde una especie de canibalismo sociológico  lleva a cada quien a desatar su propia cacería de recursos de sobrevivencia,  así sean mal habidos porque todo vale,  sin ningún parámetro ético, sin censura ni límites. Y eso amigos no podemos aceptarlo porque sería resignarnos al advenimiento de la barbarie. No hablamos ni siquiera de una vida tribal porque ello supone: el bien de la tribu y su autodefensa contra las concurrentes.

Hablamos si esa fuese nuestro único destino el  atenernos a una situación históricamente inédita de descomposición social  en un conglomerado mayoritariamente urbano,  absolutamente desarticulado y anárquico,  peleando violentamente por metros de hábitat y dependientes de circuitos de aprovisionamientos en manos del hampa disfrazada de mercado negro, o dicho más crudamente aun aceptando esa tutela de los dueños de ese mercado.





Me imagino que todos conocen  que de una situación  así,  solo se sale  con la tiranía del segmento más  desalmado, que logre volver  a poner orden y estratifique  con sus propios criterios el acceso a los bienes,  por definición excluyentes y que debería escoger formas de autoridad de los que no alcanzamos a prever su signo.

Una de nuestras  grandes irresponsabilidades como nación es la creencia de su mayoría sobre que seríamos inmunes a los efectos del caos,  por no percibir lo demoledor  de la acumulación de  los factores que lo incuban de forma casi imperceptible en nuestra cotidianidad.

A esta altura de enunciados cabe preguntarse ¿Cómo es posible que Chávez y el chavismo durante 16 años haya contado,  aun siendo fraudulento TODO su proceder y particularmente el manejo  delincuencial del sistema electoral, sin embargo siempre haya contado con grandes comparsas en los sectores políticos a cambio de una contraprestación  de miserables migajas que hacen ricos, o comensales de segunda, a algunas decenas de miles de los miembros de las clientelas opositoras?

Para imaginar un país definidamente perdido, y felizmente no es ese el caso,  deberíamos imaginarnos todos nosotros como una masa de cínicos cayéndose a dentelladas por el famoso ingreso petrolero, ahora en radical mengua, una vez desaparecida  la coyuntura de precios altos y sobre todo habiéndose esfumado la masa  de ingresos e impedido acumular las  reservas por haber sido dilapidadas por el gigante galáctico y sus secuaces  todos estos años  con despilfarro y saqueos.

Me cuento entre los millones de venezolanos que NO aceptan, es más que detestamos, más aun sin ser ingenuos,  que se nos considere responsables  de las calamidades que hoy padecemos.

VENEZOLANOS  es mucha gente. No podemos aceptar esa generalización de compartir iguales responsabilidades,  sin correr el riesgo de hacer incomprensible nuestra realidad, además de nuestra historia y por sobre todo,  si aceptáramos  las consejas fatalistas,  nos condenaríamos a la inviabilidad futura de nuestra nación.

No creo, para abreviar que  un anónimo yanomami,  hundido  en su selva contemplando impotente a garimpeiros  que destruyen su hábitat,  tenga la misma responsabilidad que el Señor Lorenzo Mendoza que se dice maneja  con su empresa el 8% del producto bruto interno de nuestra economía nacional.

No pueden concebirse equivalentes las responsabilidades de una pareja de emigrados  en Weston, Florida,  que  durante 14 años pudieron terminar de levantar a sus 3 hijos y graduarlos, manteniendo una bella familia de recursos modestos pero de grandeza espiritual, con por ejemplo el señor F. Bernal que  ya dirigía  en 1990 una banda de atracadores  a blindados siendo miembro de la Policía Metropolitana, teniendo como compañera de fechorías a la hoy “Primera Combatiente” y que 25 años después siguen juntos, reestructurando la fuerza de choque de los “colectivos” violentos que controlan el hampa caraqueña, tarea que comparten con su misión paramilitar  como fuerza de apoyo a Maduro y de chantaje político incluso contra otras fuerzas paramilitares concurrentes.

No son equivalentes, ni comparables, aquellos que perpetraron como criminales contra  su nación la  participación obscena como grandes magnates financistas de la campaña de 1998 y plutócratas mediáticos que inclinaron con su opción la elección  de  Chávez en ese año y luego fracasados en su propuesta golpista de 1992 sostenerlo en el poder  con candidaturas opuestas de fantoches,  que  hicieron el papel de legitimadores  vendiendo su progenitura a la hora de declarar, luego de los escrutinios fraudulentos, la victoria del déspota o de su sucesor designado con las peores marramuncias leguleyas de ese Tribunal Supremo de hampones.

No es equivalente la responsabilidad del militante de base del PSUV  que de  forma ciertamente oportunista agarra una migajas del “cuanto hay pa´ esoen su pertenencia a la clientela, que montan en un autobús para asistir al mitin caraqueño del “presi”,  y de lo cual el deriva una bolsa de alimentos PEDEVAL y unos cuantos bolívares, además de la haraganeada durante todo el día de paseo y jolgorio “entre camaradas”,  con la sobresaliente alcahuetería y alineamiento represivo de defensa incondicional de las tropelías  del gobierno despótico  contra miles de venezolanos  desde el alto mando militar con el General Padrino López, a la cabeza como antes lo fueron los jefes desde el General Salazar en 1999, quienes no solo disciplinaron las FFAA ante  la “obra” de destrucción nacional de Chávez,  sino que siguen  bajo de las órdenes de quienes  están en declarada misión de hacer trizas el estado venezolano, que en el camino se lleva por delante la existencia misma de las esas FFAA.

Empecemos entonces a distinguir taxativamente  que la responsabilidad de los venezolanos en general  no puede ni debe ser confundida con la responsabilidad específica de las élites que con nombres y apellidos son los responsables directos del desastre nacional.

No voy a dar los consabidos nombres porque muchos han rectificado y pasado años tratando de borrar sus huellas, pero no se crean a salvo de lo que seguiremos escribiendo, no por el gusto de reabrir heridas,  sino por la contumacia implícita en muchos de esos grandes jerarcas de la vieja clase política y económica, que  se han convertido a lo largo de estos años en cómplices  disimulados del hamponato gobernante  pero cuya habito sigue siendo leal  con la redundancia de su manía de estar  cerca del poder,  para derivar algún gran  beneficio, así sea pastoreando traiciones que son en extremo útiles, a esta  piltrafa de régimen desahuciado, pero aún vivo y con capacidad enorme de hacer mucho daño.

Quienes deliberadamente  andan siempre  repartiendo en forma general esa responsabilidad SOLO buscan ocultar las  responsabilidades de elites  específicas,  incluso con notorias incumbencias individuales  que por ese mecanismo de generalización son disueltas y por lo tanto tramposamente  ocultadas del escarnio público.