William Anseume: Carta (abierta, cerrada, doblada…) para que la lea Tarek William Saab

William Anseume: Carta (abierta, cerrada, doblada…) para que la lea Tarek William Saab

William Anseume No te conozco. Tampoco luce necesario algo como eso. No pareces mala persona, aunque, por las secuelas que se aprecian en Anzoátegui, no debes haber sido precisamente un buen gobernador. Alguna vez te vi. Cuando en el Congreso integrabas una comisión de derechos humanos, donde acudí buscando la intervención de Enrique Ochoa para el programa de radio que sostuve en la Emisora Cultural y para su participación escrita en el programa de mano, para la obra de teatro que escribí y dirigí sobre el 27 de febrero. Ahí te interesaste y me pediste información. Era un tema, entonces, atractivo para ti. Gentilmente creo haberte dado un afiche y un programa. De eso hará fácilmente unos veinte años.

Eres poeta o te dices. Un amigo común, de apellido Tenrreiro, a quien hace años no veo, poeta él, te desconoce en esas lides. No te he leído, lo confieso; llevo otros intereses literarios ahorita. De pronto, ocupas un puesto al que llegaste no sin polémica y rencor. Recuerdo también mi estupor cuando fueron a buscarte, entre otros gobierneros, y agredirte en la época medio demencial del carmonazo. Pues ese puesto no es precisamente para hallar perritas extraviadas en aviones ni ninguna otra menudencia animal, aunque alguna aproximación puedan tener  hechos así con aquello de defender al pueblo. Tu tarea es otra. De ti se espera mucho más; de ese puesto y de quien lo ejerza también. Se precisa atención del Estado a quienes han sido maltratados impunemente por él. Y allí, entonces, hay mucho por hacer y tu papel puede ser fundamental en esos diversos sentidos.

Pensé pedirte una entrevista, desde la comisión que integro en la USB en defensa y protección de los estudiantes detenidos. Eso está en pie. Pero preferí divulgar, por este medio, mis solicitudes con la esperanza de que lleguen estas palabras a su destino final: a ti.





En la era democrática, civil, abierta, cuando estabas en aquella comisión del Congreso y antes, hubo detenidos por crímenes más bien políticos. A algunos los conozco hasta bien. Sus aprisionamientos, a pesar de secuestros, voladuras de trenes, guerrilla armada abierta, atracos a bancos y muertos, no eran humillantes ni degradantes. Algunos salieron finalmente electos diputados o pagaron su prisión o parte de ellas. Recuerdo, por ejemplo, que cuando estudiaba por la esquina El Cuño, por razones artísticas, visité, en el Cuartel San Carlos, a uno de los Lanz quien “padecía” allí su prisión. Hasta nos invitó a comer, y hablaba de las canchas, del sol, de su “estancia” en el cuartel represivo, de lo que leía y cómo de bien la pasaba. No era justamente un síndrome de Estocolmo.

Tarek: intervén para que liberen a los estudiantes presos. Has memoria política, has memoria de tus comisiones antiguas, del accionar de tus compañeros; usa tu influencia en este averno que han creado para que las prisiones no sean degradantes, ni tortuosas, física ni psicológicamente. Defiende al pueblo, a las madres, a los muchachos, a sus amigos, a sus profesores, a sus compañeros de clase. Haz algo por bajar esta presión antes que estalle. Sabes que contra López, Ledezma o Ceballos no hay nada más que el culillo que les representa a tus congéneres políticos su libertad libertaria. Sabes bien que algunos de esos estudiantes son presos del criminal de Rodríguez Torres o de Vielma Mora. Esa cobardía abyecta los tiene a ustedes en esta encrucijada de señalamientos mundiales por su inhumano accionar  que finalmente terminará, con plena seguridad, en algún lugar de La Haya, de cuyo nombre habré de acordarme. Si de verdad eres un humanista y preservas en algo tus principios, intervén, Por mi parte, sólo te daré las gracias y trataré de reconocer alguna valía en ti.

wanseume@usb.ve