Jesús M. Pérez: Francia y el terrorismo post 11-S

Jesús M. Pérez: Francia y el terrorismo post 11-S

thumbnailjesusmperezAcabó este capítulo de la yihad en suelo europeo. Por ahora. Cada vez que sucede un acontecimiento así, que rompe la paz del mundo civilizado, se acumulan los análisis de “estamos en una nueva fase”. Como un despertar súbito ante un mundo más peligroso. Falso. Francia vivió su particular ola de atentados yihadistas en los años 90, que antecedieron al 11-M en el uso de paquetes explosivos en los trenes de cercanías de una gran ciudad y en la que también se produjo una caza del hombre. Recordemos los ataques terroristas de 2012, en el que murieron siete personas en Francia. Las víctimas fueron soldados y judíos. El profesor Javier Jordán Enamorado nos recordaba que lo que hemos visto esta semana tiene precedentes.

La gran pregunta no es cómo haber pasado. Cómo se escurrió entre los dedos de los servicios de seguridad unos yihadistas que estaban en la lista estadounidesne con 47.000 nombres a los que se les tiene prohibido subirse a un avión. La pregunta es cómo es posible que las fuerzas de seguridad han conseguido que haya tan pocos atentados terroristas en suelo europeo. No hay nada más sencillo que hacer el mal en las sociedades abiertas y libres. Sin embargo, después del 11-S, 11-M y 7-J en Londres no se ha vuelto a sufrir atentados tan estremecedores en Occidente. La terrible excepción confirma la regla: Anders Breivik. Por un lado, los yihadistas se quedaron sin su base de entrenamiento en Afganistán y la transición a una yihad atomizada de terroristas autodidactas open source se saldó en un fracaso. Por otro, aumentaron los recursos y poderes de los servicios de seguridad occidentales. Se cambiaron leyes. Y en general se tomó conciencia del problema.

La respuesta yihadista fue los atentados con células durmientes ínfimas: Elterrorista del zapato, el terrorista de los calzoncillos, los hermanos Tsarnaev y ahora los hermanos Kouachi. Su capacidad de provocar estragos es menor. Pero la dificultad de prevenir ataques de individuos es muchísimo mayor. Volverán a suceder atentados. No lo duden. Pero deberíamos echar la vista atrás y recordar el shock post-11S. Fueron tiempos de vaticinios apocalípticos. Y ahora pensemos que todo lo vivido estos días ha sido obra de tres personas. Creo que es conveniente que lo repita. Tres. Si alguien piensa que tres islamistas radicales significan que la convivencia es imposible y que estamos condenados al conflicto responderé con dos nombres: Ahmed Merabet y Mustafá Ourrad. El primero fue el policía asesinado en la calle y el segundo era editor de Charles Hebdo. Dos franceses de origen magrebí que eligieron ser policía y editor en una revista blasfema respectivamente. Eligieron la ley y la libertad. Deberíamos sentirnos conmovidos que Occidente siga sirviendo de faro a personas de otros continentes que buscan aquí un tipo de vida que sólo se encuentra entre nosotros. Y añadiría otra nombre: Clarissa Jean-Philippe, la policía municipal asesinada el jueves 8 y que era procedente de Martinica.





Ahmed Merabet

Ahmed Merabet

 Mustafá Ourrad

Mustafá Ourrad

Clarissa Jean-Philippe

Clarissa Jean-Philippe

Dice Manuel Valls que Francia está en guerra. Obvio. Occidente está en guerra. Pero su resultado no lo va a decidir el número de muertos que los terroristas logren provocar. El terrorismo es una forma de violencia política que trata, por encima de todo,  cambiar la voluntad de los vivos. Así que los terroristas triunfarán en función de qué hagamos los vivos.  Espero que nuestras decisiones honren a los muertos.

 

Original en Guerras Posmodernas