Gustavo Coronel: Por qué San Pedro le negó la entrada al difunto

Gustavo Coronel: Por qué San Pedro le negó la entrada al difunto

En su discurso ante el Congreso, en febrero 1999, el nuevo presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías dijo solemnemente: “Yo a veces me he atrevido a decir un juicio que yo recomendaría a esa primera Ley de Dios, que Dios me perdone: en este momento en emergencia nosotros los católicos y cristianos deberíamos decir más bien: ama a tu prójimo más que a ti mismo”.

El hombre quien dijo eso murió con sangre inocente en las manos, como él mismo lo admitió con orgullo. Murió de cáncer, con horribles dolores,  pero sin decidirse a  hacer un noble gesto, el de  soltar a los presos politicos injustamente llevados  prisión por su sed de venganza. Murió sin arrepentirse de su maldad, después de haber descargado su odio y su resentimiento contra los venezolanos quienes lo adversaban. Murió sin pedir perdón, después de insultar a dignatarios extranjeros quienes no estaban de acuerdo con su ideología absurda. Murió, sin nobleza, después de  lograr dividir al país en dos inmensos bloques antagónicos. Murió, desafiante, después de quitarle miles de millones de dólares a sus compatriotas para regalarlos a líderes de países forajidos como Cuba, Nicaragua y Bielorrusia.

Hugo Chávez Frías murió este año de 2013 dejando un rastro de pobreza y resentimientos,  creando un apartheid para la clase media, exhibiendo una trágica irresponsabilidad como gobernante.





Será que lo que decía en su discurso de 1999 era sincero y luego lo pervirtió el poder?  O  lo que decía en 1999 era ya una mentira, como es mi opinión? Recuerden que, cuando lo dijo, ya había causado la muerte de muchos venezolanos inocentes durante su traidor golpe de Febrero 1992.

Cualquiera sea la respuesta, este hombre murió dejando a nuestro país en ruinas, murió en deuda con la historia. Se mostró indigno de ser llevado a la presidencia. A pocos meses de su muerte, aparte de Maduro y la ministro Hanson, ya son pocos los venezolanos que piensan en él, demasiado ocupados con saber donde encontrar el pollo y el papel tualé para mañana.

Por eso es que San Pedro no lo dejó entrar.