Orlando Viera-Blanco: Juro sobre esta moribunda humanidad

Orlando Viera-Blanco: Juro sobre esta moribunda humanidad

El 2 de febrero de 1999, en el Capitolio Federal, reunido el Congreso Nacional, Hugo Chávez pronuncio el juramento de ley para tomar posesión como Presidente de la República de Venezuela: “Juró sobre esta moribunda Constitución. Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución, impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro”. Y fue alegórico.  Chavez aniquilo la CN y la IV-R. Su juramento condujo a los nuevos tiempos más rojos que ha tenido la patria, desmembrando salvajemente el estado liberal. Gústenos o no, Chavez cumplió su premonición…

La CN del 61 fue despachada en un proceso írrito de r-consultivo, el 25-A de 1999. Posteriormente el 17-N-99, el texto es sancionado por la Asamblea Constituyente y sometido a R-popular el 15-12-99. La nueva constitución recibe el respaldo del 71,78% de los votos escrutados (3.301.475), mientras que 1.298.105 votantes la rechazan. Es promulgada por la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela en Caracas, el 20-12-99. Nace así en Venezuela el socialismo a la machimberra. No atino otra definición que trate de describir aquella manera de consultar, votar y aprobar una nueva constitución, concebir un nuevo modelo de Estado militarista y populista, preludio de su propia destrucción. Toda una lógica pretoriana y  jerárquica que desdice de lo normativo y conciudadano, porque la regla no es la tolerancia ni la hermenéutica legal, sino el tonel megalómano y voluntarista de Hugo Chávez Frías.

A partir de ahí, el derecho y lo jurídico pasaron a ser un valor residual. Bajo el manto del denominado proceso, lo que pasó a tener valor y justificación, más que Dios, es la revolución. Expropiaciones, controles, aprehensiones, desfalcos, ofensas, persecución, chantaje, despilfarro, ideologización y represalias, marcan la dinámica del poder. El país no supo más de separación de poderes, justicia ni institucionalidad. La voluntad del taita que perjuró liquidar la moribunda constitución del 61, convirtió al BCV en una botija, Pdvsa en su caja chica, las FAN en su partido armado, el país en su feudo y el pueblo en su instrumento de mando. El sector privado no importó porque con el crudo a pie de cama, el reparto y las misiones quedaron a la medida. Chávez juró ajustar la nueva carta magna a los nuevos tiempos. Y lo hizo. Porque los tiempos no se adaptaron a la ley, sino al revés. El derecho se sometió a la voluntad del caudillo comandante. Y desapareció la seguridad ciudadana, la vida (patria, socialismo o muerte), la propiedad privada, el respeto a los partidos (salvo el propio), al voto secreto y libre; a los poderes independientes y a la existencia de unas FFAA no beligerantes, profesionales y no partidistas…El medalaganismo megalómano del chavismo, dilapidó nuestros recursos, nuestras reservas y nuestro futuro. Al colocar cada uno de los cuerpos del Estado a disposición del sable gendarme, se decretó también la muerte de la constitución de 1999, de la alternancia en el poder y de la democracia. Hoy ni siquiera la propia sucesión de Chávez es viable, porque la revolución se lo tragó todo y a todos, indigestada de codicia, surrealismo, prepotencia y odios.





Chávez dragó su propio sepulcro… Confundiendo condición ciudadana concondición miliciana sentenció su perdurabilidad… Nada puede durar en la embriaguez colectivista e igualitaria de la lucha de clases. Chávez ha contado con ingentes ingresos petroleros lanzados a un festival bananero y habanero de izquierdas trasnochadas, donde lo típico ha sido la mediocridad del recurso humano, no por ello rapaz y corrupto. Un proceso podrido por la sujeción de la consciencia al culto de la personalidad, la dialéctica banal y a la conveniencia metálica…Y se enfermo el comandante. Más que una patología, su salud ha sido un misterio, una obsesión mitológica, otro instrumento de manipulación de poder,  donde las emociones del pueblo se han puesto a hervir a cuenta de su buena fe, su paciencia y su deseo de creer. La ahora moribunda constitución de 1999 y los venezolanos, sucumbimos en el miedo, la incertidumbre, la sumisión y Marx.

Ahora dicen que Chávez se juramentará privadamente (¿?) como si se tratara de un “sí” para salir a lanzar un partido de pelota. Sin saber como está y de qué va, el líder comandante parafraseando, su propio decir en 1999, no dudo que desafiante exclamaría: “Juro sobre esta moribunda humanidad, sobre esta moribunda revolución… ¡Lo juro!”. El tema es que jamás lo sabremos ni lo veremos, porque así lo decidió Fidel.

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