Orlando Viera-Blanco: Maduro ganará pero no gobernará

Decir que la MUD, luce “débil y dividida” (El Nuevo Herald /11-02-2013), no es inventar el agua tibia. Lamentablemente el hilo negro, no necesita gafas.  Sin embargo, ni la división es insuperable, ni quien la tiene fácil es el Gobierno. Sin Chávez al frente del bote revolucionario, la gabarra hace aguas, por lo que ante un horizonte gris, quienes peligran son ellos.  El tema es anticipar qué y cómo hacer, cuando “los náufragos'” lleguen desnudos a la orilla, pero en un patio sin directriz ni orden.

Partiendo de la tesis que Chávez no regresará a Miraflores y debemos ir a elecciones, todo luce que la zafra será entre Maduro y Capriles. Ya ambos tienen “asegurada” su plaza. Uno por orden presidencial y el otro por un consenso a cuatro manos (Aveledo, Borges, López, Barboza) de miradas cortas. Fíjense que no pongo en el cónclave a hombres como Petkoff, Ramos, Diego Arria o María Corina (mujer). Y ello es elocuente porque registra cuán piramidal es la oposición. En el caso de María Corina y  Diego,  es un grave error tenerlos al margen. Denunciantes frontales de la inexistencia de condiciones electorales justas, han asumido una  línea dura ganada a construir un nuevo frente nacional en defensa de la Constitución y la democracia que pisa los linderos de la desobediencia y resistencia pasiva. Mantener ese discurso como tabú, resta una resonancia interna y externa determinante en situaciones de quiebre. Más temprano que tarde deberán ser convocados en un ambiente de radicalización oficialista contra propios y contrarios… Eduardo Fernández es otro actor sagaz y ponderado, que como político de siete mares, sabe de tifones en aguas turbulentas. Él espera quieto en tierra firme. Pero hay que sacarlo de la banca. Eduardo sabe sumar, por lo que la oposición no debe ignorarlo.

Así las cosas, la MUD & Co. no tiene las de ganar… Pero es que poco les conviene un triunfo electoral. En las actuales condiciones, un país con el bolívar devaluado; desabastecido e hipotecado hasta el subsuelo; granjeado por Cuba, amenazado por el radicalismo urbano, miliciano y legionario; institucionalmente ausente, militarmente ideologizado, inflacionario y partido en diez, la oposición no permanecería  una semana en Miraflores. Pero Maduro tampoco duraría mucho… La tormenta que se avecina no resiste quitasoles floreados. Comporta un desafío que ni el chavismo sin Chávez, ni una oposición difusa, podrán superar. Las consecuencias del paquetazo    -que no son únicamente económicas, sino sociales y existenciales- son implacables e incontenibles. No veo al Sr. Maduro -conspicuo relevo de timón- con las habilidades, el talante ni el soporte político suficiente,  para conducir su legado, sin liderazgo y sin norte, minado por un ambiente protestatario indómito.  Sin dinero, sin mando militar ni miliciano (anarquía perfecta); sin  alineación  de los gobernadores rojos de linaje verde y sin el apaciguamiento discursivo, magnetizante y envolvente del comandante ausente, los días son tan cortos, como la memoria del venezolano. Pronto se olvidarán de los amores, órdenes y “épicas” del redentor.





Como guinda del pastel, habrá que ver la reacción del pueblo chavista (y de las FAN institucionales) cuando salgan a la luz todas las verdades de la enfermedad de Chávez. La indignidad también tiene color de revolución y verde oliva. Todo un mel pot de torceduras infalibles que propiciará una implosión inevitable. Tiempos de ingobernabilidad  donde un bus llamado chavismo, perdió la punta de eje. Y Maduro sabe volantear pero no en emergencia.  Los responsables tendrán que recoger sus cenizas y sus mentiras. Y más grave, sus codicias. Pero, ¿está lista la oposición para avanzar el descarrío?

La MUD sabe de sobra (y lo tapa torpemente), que no cobrará de la mano de la Sra. Lucena. Entonces lo que le queda es reintegrarse inteligentemente, juntar piezas y esperar que el “drenaje” venga del mismo chavismo sin Chávez. En ese escenario los procesos se catalizan y los consensos se viabilizan… A fin de cuentas, vamos a una transición. Capriles -aun repitiendo como candidato- no será  el muchacho de la película. En todo caso será una bisagra de aglutinación partidista… María Corina debe emerger como el brazo de reorganización de la sociedad civil; Aveledo debe cohesionar al empresariado; Ramos Allup reactivar las bases populares de AD; Borges y López relanzar sus redes sociales y UNETE, recuperar el Zulia.

Otros deben lanzar puentes con el chavismo: Ismael, Petkoff, Falcón, Briceño. Ellos saben a quién tocar…Y en lo militar, de lo que sé poco o nada, habrá que hurgar. No me pregunte amigo lector cuál será el hombre de la transición. Eso lo definirán las circunstancias. Pero de pronto, no es uno solo.

Vienen oportunidades reales de rescatar el poder, la democracia y el país. Con sentido de amplitud y persuasión anticipada, Venezuela podría dar un salto a la vida, la paz, la prosperidad y la justicia. Valores que quedaron atrás, sin recordar uno, ¡cuando dejamos de ser nación! Ya es suficiente.

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